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Gonzalo Jiménez Seminario |
¿Podemos confiar en el proceso de deliberación y acción colectiva de la Convención Constituyente? Esta es una pregunta que incesantemente se esconde y se asoma en muchos de nuestros pensamientos actuales, sacándonos del presente inmediato. Eso ocurre, cuando algunos intentan sofocar la desesperante ansiedad de no contar con respuestas definitivas con la certeza de la ideología, siendo fácilmente poseídos por el temor más abyecto o alternativamente, abrazando un optimismo voluntarista.
Las empresas familiares están en el centro de nuestra sociedad. Según varios estudios, representan casi el 80% a nivel nacional. Esta envergadura también nos habla de su responsabilidad. Precisamente porque son agentes sociales imprescindibles, su rol debe ser épico. Pero no es necesaria una guerra troyana ni la cólera de Aquiles para despertar a nuestros héroes y heroínas, es precisamente el cotidiano que vivimos el que nos convoca a sacar nuestros mejores aportes con coraje y valentía.
El futuro de Chile está en juego y se juega en las conversaciones del presente. El ámbito de la empresa no existe en un espacio aparte del universo político-social, ambos mundos están, más para bien que para mal, profundamente entrelazados.
Innovación y creatividad forman una dupla salvadora. Un recordatorio fue el reciente Día Mundial de la Creatividad y la Innovación creado por Naciones Unidas para promover el pensamiento creativo multidisciplinario que nos pueda ayudar a conseguir el futuro sostenible que queremos y tanto necesitamos.
Más que “ser” por esencia, nos vamos construyendo y a medida que logramos o aprendemos algo, casi de inmediato (si es que no nos dormimos) aparece otro desafío. Esto más que una amenaza, es la constatación de la vida como un fluir de aprendizajes.
Hay días internacionales de muchos temas, pero el día de la felicidad merece una reflexión especial. No solo porque es relativamente reciente, solo el 2013 lo instauró Naciones Unidas para ser celebrado todos los 20 de marzo, sino porque reconoce el importante papel que desempeña la misma en nuestras vidas. Bután fue clave en lograr visibilizar esta mirada, desde principios de la década de 1970 este país reconoce el valor de la felicidad nacional por sobre el de los ingresos nacionales.
“Vacaciones en alerta”, esta parece ser una forma adecuada de describir este febrero. Los días cálidos y la posibilidad de algunos de alejarse de las rutinas de la ciudad, no alcanzan para la desconexión total. Es que hay demasiadas luces tintineando.
Nos merecemos lo mejor. Todos y todas. Por eso la invitación de habitar la incertidumbre, hecha por el Congreso del Futuro realizado la semana pasada, fue más que pertinente.
Hace más de dos siglos que la civilización industrial se instaló en el mundo y mito del progreso material y crecimiento económico hoy tiene supremacía. Sin embargo, no es suficiente y las distintas crisis que estamos viviendo en el planeta lo dejan en evidencia. También resulta claro, que ningún esfuerzo parcelado entregará resultados: la crisis climática va de la mano de la pandemia, y las crisis sociales y políticas conforman un entretejido y arrastran a la economía.
Antes de que comencemos a hacer lista de propósitos para el nuevo año, propongo que busquemos cerrar bien el 2020.