​Crecimiento con desigualdad

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Leonardo Moreno

Un estudio recientemente presentado en Chile por Michael Förster y Celine Thevenot, analistas de política pública y economistas del Centro para la Oportunidad y la Igualdad de la OCDE, y que tuve el honor de comentar, mostró que la desigualdad de ingresos genera un fuerte impacto sobre el crecimiento económico y sobre el desarrollo social en general. Efectivamente, la desigualdad en la distribución de la riqueza en un país tiene efectos económicos, sociales, éticos y políticos negativos, al punto de restringir el crecimiento y afectar la confianza en las instituciones. Y esto es exactamente lo que ha ido sucediendo en Chile según la propia OCDE.


Junto con México que encabeza la lista, lideramos por lejos el ranking de desigualdad del grupo y casi doblamos el promedio de desigualdad del conjunto de países desarrollados. Mientras que el grupo OCDE promedia (con niveles bastante parejos entre ellos) poco más de un 0.30 como medida de desigualdad según el coeficiente de Gini (donde mientras más se acerque a 1 indica mayor desigualdad en la distribución del ingreso), Chile y México superan el 0.45, que se considera muy alto.


Obviamente, esta gran desigualdad de ingresos no se experimenta sólo como una dificultad económica para las familias, sino que se expresa como una superposición de diferentes desigualdades tan o más complejas: segregación de barrios, disímil condición socioeconómica entre comunas, acceso al trabajo, acceso a prestaciones de salud, disponibilidad de escuelas de calidad, disponibilidad de áreas verdes, seguridad ciudadana, y tantas otras. Además, la desigualdad, según la OCDE, no sólo afecta con mayor intensidad a quienes viven en pobreza (medida por ingresos) sino que es un proceso donde la clase media resulta muy dañada en lo concreto y lo simbólico, y se genera un círculo de fractura social donde las familias van abandonando los servicios que el Estado ofrece para acceder a costa de endeudados bolsillos, a servicios privados probablemente de similar calidad, pero simbólicamente más dignos.


La importancia de que la OCDE plantee tan claramente que la desigualdad afecta tanto el crecimiento económico como diversos aspectos del desarrollo de una sociedad, o dicho de otra forma, afirme que para tener una economía sana hay que disminuir sí o sí la desigualdad, es importante políticamente porque constituye un llamado de atención hacia Chile y México, pero sobre todo hacia Chile, donde no vivimos una crisis social e institucional de la magnitud de la que vive el país del norte. Así, no caben justificaciones para que no implementemos acciones redistributivas potentes en diversos aspectos del bienestar.


Leonardo Moreno

Director de la Fundación Superación de la Pobreza

europapress