Convencer a los rebeldes

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Luis Riveros ok

Sin lugar a dudas, lo más sorprendente de la primera vuelta presidencial ha sido el resultado obtenido en favor de Parisi, el cual superó todas las expectativas y dejo en deuda a todas las encuestas. En verdad, éstas ni siquiera aproximaron el significativo tercer lugar que de hecho obtuvo, así como también dejaron de lado la hipótesis de un probable empate de las tres candidaturas de derecha. Y era muy difícil que las encuestas recogieran la manifestación devenida de la forma de protestas que adquirió el voto en favor de Parisi. En realidad, la votación de Parisi fue muy beneficiada por el voto obligatorio, que forzó a su votante promedio a pronunciarse y éste lo hizo en favor de aquello que más cree: nada con la política.


El votante promedio de Parisi no busca ideologías ni propuestas programáticas. Ni siquiera desea que el candidato cuente con experiencia en materia de plítica pública. Busca más bien a quien pueda representar el inconformismo y el desencanto profundo con lo que se hace tradicionalmente en política. Parisi no les ha prometido sino un programa económico mínimo y realista: proteger el bolsillo, bajar impuestos y acceder a una vida mejor, así simplemente y sin enredar al electorado en propuestas complejas y razonamientos sofisticados. Su electorado es una clase media precarizada, desencantada y que no busca respuestas específicas, sino sólo que siente una gran rabia contra el sistema que se expresa en el apoyo al candidato más atípico.


Otras caracterizaciones de ese electorado permiten avizorar su inclinación en la segunda vuelta presidencial. El votante Parisi es más consumidor que ciudadano; siendo aquello producto de una educación que nuca le otorgó formación en el ámbito de la educación cívica. Aunque es antipolítico, es más de derecha que de izquierda porque privilegia al mercado como solución a los problemas de asignación de recursos y rechaza el depender de un sistema centralizado estatal, justamente porque sus necesidades dependerían así de los propios políticos. Según las encuestas sostienen una altísima desaprobación del actual gobierno, el cual es la antítesis en cuanto a una incidencia político-partidista en las decisiones públicas. Parisi se identifica con su electorado porque no depende de estructuras partidarias, habla sin filtros, más bien agresivamente, y no tiene responsabilidad institucional alguna. El perfil del votante es clase media baja, 25-55 años, desconectado de las élites y de las organizaciones sociales y son dueños de la sensación de que nunca “les llega nada”. Parisi es una forma de protesta contra el sistema, y lo convierten en “líder emocional”, el refugio contra un sistema que no les gusta ni comparten.


El gran reto para los dos candidatos que se enfrentan en segunda vuelta se reduce a cómo poder atraer a estos votantes a marcar su preferencia. El camino no es adoptar algunas propuestas de Parisi en sus propios programas, porque no sólo parecerá improvisado y poco sincero, sino que constituirá una prueba más de las posibles promesas incumplidas. Habrá un gran porcentaje de votos nulos y blanco, que no serán convencidos por el discurso anti-políticos que, como opción, podrían enarbolar los dos candidatos.


Prof. Luis A: Riveros

Universidad Central

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