En Chile existen viñas que riegan sus parras gota a gota. Literal. Usan sensores, aplicaciones, drones. Analizan la humedad del suelo con más detalle que la humedad de una casa sin agua potable. Se hacen catas, tours, maridajes. Se protege la tierra como si fuera un santuario, y me parece bien, de verdad. Soy amante del vino y lo considero parte de nuestra identidad, pero no deja de impresionarme cómo, en este mismo país, el agua, ese recurso mínimo, vital, y urgente, sigue siendo invisible.
He escuchado más discursos sobre cepas y barricas que sobre acceso a agua potable en zonas rurales. Hay más información y estudios sobre cuánto vino tomamos los chilenos que de cuántos no tienen acceso a una fuente de agua segura. Se invierte más en marketing para internacionalizar el vino que en resolver los problemas de acceso hídrico que afectan a más de un millón de personas en Chile. Hay comunidades completas que dependen de camiones aljibe, pero nadie hace una campaña para que valoremos esa agua como se valora una copa de cabernet.
¿Y si hiciéramos visitas guiadas a comunidades que han vivido años sin red pública? ¿o si los supermercados ofrecieran “agua con historia”, con etiquetas que dijeran: ‘Recolectada a 4 horas de caminata por una madre en Petorca’? Suena absurdo, pero no más absurdo que pagar $6.000 por una copa de vino o pedir agua embotellada en un restaurante y despreciar el agua de la llave porque “sabe a cloro”.
Si por cada botella de vino que se vendiera en nuestro país tuviéramos que pagar 100 pesos adicionales para entregar agua limpia a aquellos que nunca han podido tomarla directamente de la llave, la seguiríamos comprando? Quizás, hasta el vino sabría más rico.
No se trata de romantizar el agua, se trata de valorarla como lo que es: un recurso de vida y desarrollo. El vino puede esperar una cosecha mejor, pero el agua no. Y mientras no cambiemos la narrativa y las prioridades, seguiremos viviendo en un país donde se protege la uva, pero se ignora la sed y a aquellos que la sufren.
María José Terré,
Directora Ejecutiva de Water is Life