Existen brechas. Una diferencia respecto a qué tan profundamente ha penetrado el propósito dentro de las organizaciones, y cómo éste es percibido por los colaboradores y consumidores.
En el estudio “Estado del Arte del Propósito – 2025”, elaborado por la consultora Almabrands, un 87% de los líderes dicen tener un propósito definido en la empresa de la cual forman parte, cifra que ha crecido de manera significativa respecto a las mediciones previas que hablaban de un 79% (en 2021) y un 80% (en 2024), respectivamente.
Sin embargo, pese a que casi 9 de cada 10 empresas cuenta con un propósito definido, sólo el 53% de los trabajadores considera que su empresa trabaja en pos de un propósito, mientras que solo el 30% de los consumidores dice conocer empresas que tienen propósito (esto último, según estudio “Señales de Propósito 2025”, de la Universidad de Los Andes y Almabrands).
Estas diferencias obligan a ‘ocuparse’ del tema y hace necesario un esfuerzo adicional para que los colaboradores sientan que su trabajo es importante para otros y para la organización, dice Carolina Altschwager, socia fundadora de Almabrands, quien agrega que, siendo prioritario el trabajo del propósito con los colaboradores, “también debe ser significativo y relevante para quienes interactúan desde el consumo”.
Para lograr acortar la brecha, añade, es necesario que en el viaje de implementación del propósito, pasemos de la construcción y definición -que forma parte de las etapas iniciales-, a la activación e implementación. Esto último implica, entre otros, “comunicar de buena forma el propósito a los stakeholders externos”, “involucrar a todos los colaboradores en su construcción e implementación”, “activar el propósito en los procesos de toda la organización”, y “contar con indicadores / KPIs para medirlo”.
¿Cómo avanzar en el proceso de implementar adecuadamente el propósito? Para ello, es necesario un liderazgo activo en la promoción del propósito y, segundo, romper algunas barreras, como que NO existen métricas o KPI’s para medirlo, cuando en realidad sí se puede medir. “De hecho, medir, nos ha permitido ver y comprender una de las grandes brechas en la gestión de propósito hoy: la distancia que existe entre líderes y equipos en las organizaciones”, indica el estudio.
En definitiva, para el desarrollo de un propósito organizacional sólido, articulado e integrado se debe involucrar a los líderes, entender que en su ejecución no deben estar solo ellos, sino que todos los colaboradores, estar en línea con la cultura organizacional, con una estrategia de negocios sostenible y las comunicaciones y marcas de la empresa. También se debe tomar conciencia de lo clave de la conexión del propósito personal con el organizacional, haciendo que cada vez sea más estratégica el área Personas en una organización.
El “Estado del Arte del Propósito – 2025”, consideró una encuesta online a 164 directivos y gerentes de empresas, entre el 15 de abril y el 23 de mayo de 2025.
El desafío ya no es tener un propósito, sino vivirlo y activarlo en cada rincón de la organización. Cuando éste se respira en la cultura, se refleja en la experiencia de los colaboradores, se percibe en cada decisión y se siente en cada interacción con el entorno, incluidos los consumidores finales. Es momento de pasar del dicho al hecho, hacia algo realmente transformador.