Sr. Director,
El medicamento que necesita la industria inmobiliaria chilena se llama Paraguay, y por varios compuestos que hacen este país un destino de inversión tan atractivo, que lo podríamos comparar con un Santiago de hace 20 años atrás.
La economía guaraní cerró en 2024 con un PIB que creció un 4,2%, uno de los mayores de la región. Este entorno, con reglas claras y certidumbre, es la base del primer compuesto: un impuesto de primera categoría para las empresas que equivale a la mitad de lo que se paga en Chile.
El segundo ingrediente es la celeridad de permisos. Los proyectos inmobiliarios reciben luz verde en promedio en seis meses (o menos), frente al año y medio o más que demora la permisología local, especializada en el atasco en lugar de la agilización.
Finalmente, Paraguay cuenta con una clase media pujante, que demanda departamentos a precios asequibles, los que pagan un IVA menor al chileno. Esto no solo alivia la presión de precios, sino que impulsa la demanda interna, generando un cambio de ánimo que contrasta con el estado deprimido de nuestro mercado.
En tiempos de incertidumbre regional, sería sensato mirar más de cerca la receta paraguaya antes de que la industria nacional termine automedicada y somnolienta.
Julián Blas,
COO y cofundador de Fraccional.cl