Durante el último siglo nuestro planeta ha sufrido, incrementalmente, una variación en sus temperaturas y clima en general, cuyos efectos y potenciales consecuencias se estudian y difunden, por lo menos, desde mediados del siglo pasado. Estas variaciones han ido definiendo una serie de documentos e información la que la comunidad global ha enmarcado en el concepto de Cambio Climático.
Considerando nuestro planeta esta dominado, mayoritariamente, por las aguas de océanos y mares, la variación de temperatura de estas masas de agua tiene un impacto significativo tanto en su flora como fauna, afectando no solo sus patrones de evolución y regeneración, a los ecosistemas, sino también a nuestra realidad cotidiana al ser parte de nuestra cadena alimenticia.
Un efecto particular de los cambios mencionados en el párrafo precedente esta siendo el aumento gradual de la temperatura del agua de océanos en las zonas polares, tanto norte como sur. Es así que se tiene información del mayor derretimiento de hielos, generando más áreas libres de éstos por mayores periodos de tiempo, sea en el Ártico como en la Antártica. Lo indicado no solo tiene relevancia desde el punto de vista de su impacto en la sustentabilidad de nuestro planeta, sino que también, en los cambios que está trayendo al uso que le damos a las mencionadas áreas geográficas.
En el caso del Ártico, el derretimiento del casquete polar ha generado un incremento en el tráfico marítimo de naves, tanto civiles como militares, por estas aguas en cerca de un 37% en la última década según señala un estudio del Grupo de Trabajo del Consejo Ártico para la Protección del Medioambiente Marino. Lo mencionado ha motivado tensiones entre los países que coinciden en éstos espacios marítimos siguiendo las normas de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), aumentando la presencia de rompehielos y submarinos en estas aguas. Asimismo, la industria pesquera ha podido acceder a nuevas áreas para la extracción de estos recursos y, por otro lado, las naves de turismo también han podido alcanzar parajes que hasta hace un par de décadas eran inexplorados para personas comunes, incrementando el riesgo de siniestros con los consiguientes efectos sobre estos frágiles ecosistemas.
Lo que, de diferentes formas, ya esta sucediendo en el Ártico, podría interpretarse como el trailer de una película precediendo lo que pudiera ocurrir en nuestra más cercana región Antártica, donde, al igual que en el casquete polar norte, los intereses por un mayor acceso a las riquezas que ofrece este continente están siendo incrementales en la medida que el tiempo transcurre y nos aproximamos al tiempo en que se tenga la posibilidad de revisar el Tratado Antártico, que ha sido el instrumento que ha permitido contener los apetitos para acceder a la explotación de sus riquezas minerales y su protección.
Nuestro país, con una posición privilegiada para alcanzar el continente Antártico, con una reclamación importante de territorio y signatario del Tratado Antártico, ha mantenido una presencia en esas remotas tierras, resguardando, en la medida de lo posible, su seguridad y que se cumplan los protocolos asociados a la protección de su biodiversidad; sin embargo, como lo hemos señalado respecto del Ártico, el cambio climático trae consigo nuevos desafíos. Es así como aparecen nuevas exigencias a superar, las cuales, el país, esta enfrentando, pero cabe preguntarse si las acciones que se están realizando lo están siendo con la rapidez que los eventos exigen.
Diferentes organizaciones, tanto privadas como estatales, conscientes de la relevancia de este tema, han impulsado proyectos e iniciativas que están contribuyendo a esa necesaria presencia de Chile en el continente Antártico; sin embargo, hay necesidades que cada día cobran una mayor importancia en su concreción como por ejemplo, la implementación de infraestructura portuaria, que permita ser un apoyo eficiente a las necesidades logísticas de las naves que operan en la zona austral como conectores con el continente blanco, la que se encuentra en alguna etapa de desarrollo (proyecto) por más de una década definitivamente debe convertirse en realidad. Otra necesidad es contar con medios, de diferente tipo en diferentes dimensiones, que permitan ejercer una adecuada vigilancia sobre los espacios respecto de los cuales nuestro país tiene responsabilidades de control, dado que, de no materializarse, los existentes serán prontamente superados por el incremento de las actividades de diferente índole que las necesidades mundiales exigirán, como ya está ocurriendo en el Ártico.
En definitiva, como se ha señalado, el desafío para nuestro país en apurar el tranco, dado que no sólo está en incrementar nuestra mirada hacia la Antártica sino que también, en concretar, a la brevedad, aquellos medios y herramientas nos permitirán enfrentar los desafíos que el cambio climático nos presenta y proteger nuestros intereses marítimos.
Leonardo Quijarro S.
Profesor Residente Academia de Guerra Naval
Docente Investigador del Centro de Estudios Navales y Marítimos (CENAM)