​Muere Mario Vargas Llosa, llora la literatura y la libertad.

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Rodrigo Barcia

Que Mario Vargas Llosa fue uno de los más grandes literatos latinoamericanos qué duda cabe, pero si algo definía a este gigante de la literatura y de la defensa de la libertad fue su compromiso con la verdad y con la sociedad. Nació en Arequipa, en nuestro vecino país del Perú, y como toda persona inteligente, mutó de pensamiento a medida que fue madurando. Creo que si hay algo que lo definió fue su gran amor al Perú, a Latinoamérica y a la libertad. Vargas Llosa, sin lugar a dudas, era un hombre de pensamiento profundo. Su literatura trasciende el continente, y fue un grande entre los grandes, destacándose junto con Gabriel García Márquez, Luis Borges y Julio Cortázar.


Su formación fue heterogénea, estudió Derecho, periodismo y literatura. En sus propias palabras lo que motivó su vida fue su insaciable deseo de investigación. No se quedó nunca tranquilo, sin saber lo máximo de lo que le interesaba. Nunca se quedó en la superficie de las cosas. Fue un gran defensor de la libertad. Como el propio Karl Popper, es un hombre que en sus inicios se inclinó por el pensamiento de izquierdas. Tampoco es casualidad que sus primeros desencuentros con el régimen militar de izquierdas de Juan Velasco Alvarado en el Perú se generaran por su defensa de la libertad de expresión. Fue un gran critico de las dictaduras de derecha en su juventud, y luego de inclinarse por el liberalismo de forma decidida desde 1980, contra las terribles dictaduras de izquierdas, que asolan la región. El reconocería que su viaje a la Unión Soviética el 1966 lo llevaría a darse cuenta de los horrores del pensamiento de extrema izquierda. Fundó el movimiento “libertad” en el Perú, fue candidato a la presidencia compitiendo con Alberto Fujimori, y después de perder frente a éste, fue un gran opositor a dicho régimen cuando devino en dictadura. Era un intelectual de derecha, pero de una derecha basada en la libertad, la democracia y el respeto de los derechos fundamentales. Fue cercano a los representantes de esta derecha liberal, como el presidente Piñera, o José María Aznar. Tempranamente advirtió sobre los peligros de la dictadura de Chávez, y, luego, de Maduro. Sin embargo, fue un gran crítico y un gran enemigo, de toda forma de autoritarismo (sea de izquierdas o de derecha). Tampoco fue un admirador de Trump, percatándose tempranamente de lo reñido de las ideas del presidente americano con las ideas de la libertad.


Como reconocería en entrevista del País, España, el 2021, Vargas Llosa, se convertiría en un decidido liberal gracias a su acercamiento a Margaret Thatcher, y, a pensadores como Hayek, Popper, Aron, Smith y un largo etcétera. En esa entrevista, el gran intelectual peruano señala que lo esencial del liberalismo es la espera. La gran resistencia al pensamiento de la libertad en Latinoamérica no debe imponerse, se debe llegar hasta dónde se pueda. Seguramente, siguiendo a Hannah Arendt, llegaría a la conclusión que el liberalismo es una semilla de crecimiento lento. También le preocupaba la desigualdad en Latinoamérica y, sobre todo la corrupción.


En definitiva, no sólo hemos perdido tal vez el mejor escritor latinoamericano de fines del siglo pasado y principio de éste, sino a la gran brújula moral de Latinoamérica.


Rodrigo Barcia Lehmann

Doctor en Derecho y Mag. en economía.

Profesor Universidad Autónoma de Chile.

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