Falla de San Ramón

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David Briones

De vez en cuando nuestra Región Metropolitana se ve agitada por algún sismo, muchos de ellos casi imperceptibles para la mayoría de sus habitantes, ante lo cual, hemos ido aprendiendo y conviviendo, generación tras generación, con ser uno de los países más sísmicos del mundo.


En este contexto, la Falla de San Ramón (FSR) constituye una de las principales fallas geológicas a nivel nacional, del tipo inversa y activa, situándose en el piedmont de la Región Metropolitana, desde la comuna de Lo Barnechea hasta Pirque, con una extensión de 25 kms aproximadamente. Según las investigaciones realizadas a la fecha, podría generar un sismo de una intensidad de 7,2 Mw, a una profundidad de 12 kms, con deformaciones verticales en la superficie entre 3 a 5 mts, llegando a afectar, debido a su poca profundidad, un radio estimado de 2 kms y una población de más de 500.000 habitantes.


Actualmente, en la zona de influencia directa de la FSR existen 228 equipamientos, donde 20 de ellos se emplazan en la zona de ruptura misma y varios correspondes a infraestructura critica como equipamientos de salud, educación, seguridad, infraestructura sanitaria, cuarteles de bomberos, entre otros. Por otro lado, el desarrollo urbano habitacional se ha encumbrado hacia este sector representando una zona de riesgo para las personas que allí viven.


Si bien, gran parte de nuestro territorio nacional se encuentra bajo amenaza de fenómenos naturales, particularmente de origen sísmico, durante los últimos años hemos avanzado gradualmente en la incorporación de los riesgos naturales en la planificación urbana mediante su identificación, delimitación y definición en los instrumentos de planificación territorial de la mano de los cambios en la legislación y normativa; no obstante, aún falta por avanzar en la planificación y gestión de los riesgos naturales y antrópicos, tanto en las áreas urbanas como rurales.


El año 2021, se dio inicio a la Modificación 132 al PRMS denominada “Área de Riesgo Falla San Ramón" que busca regular los usos permitidos e intensidad de ocupación del suelo en la zona donde se emplaza la FSR a partir de las recomendaciones entregadas por expertos, constituyendo un avance en la identificación, delimitación y definición de zonas de riesgo sísmico.


Frente a ello y como un aprendizaje de los diversos eventos sísmicos ocurridos en nuestra historia, debemos estar preparados mediante una adecuada planificación territorial, que incorpore el riesgo sísmico, no sólo en nuestras ciudades, sino también en las áreas rurales que constituyen zonas turísticas, de esparcimiento o de transición urbana, aprendiendo a gestionar el riesgo, no olvidando que vivimos en su permanente compañía.


David Briones,

Jefe de Asesoría Estratégica,

AGS Visión Inmobiliaria 

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