Sr. Diector,
Ante la frustrada llegada de fentanilo, la “droga zombie”, a nuestro país. Es necesario aclarar qué es y transparentar los peligrosos efectos que puede tener en nuestro organismo. Este opioide sintético es considerado hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más que la morfina.
En el ámbito médico, es utilizado como un potente analgésico para tratar el dolor severo, ya que actúa sobre los receptores opioides en el cerebro y la médula espinal, lo que reduce la percepción del dolor.
Sin embargo, su abuso puede causar consecuencias graves, incluyendo la adicción y muerte por sobredosis. En Chile, este tipo de medicamentos es considerado un estupefaciente, de uso intrahospitalario y se dispensa con receta cheque, emitida solo por médicos habilitados para ello.
Muchas veces se comercializa en el mercado ilícito en forma inyectable producto de robos a laboratorios fabricantes, pero también se encuentra disponible en el mercado de drogas en forma líquida o polvo. Se suele mezclar con otras drogas como heroína, cocaína y metanfetaminas. Esta mezcla puede ser extremadamente peligrosa y es posible que muchas
personas ni sepan que sus drogas la contienen.
El consumo de fentanilo puede tener varios efectos peligrosos, como pupilas contraídas, euforia, somnolencia, depresión respiratoria, tolerancia y dependencia. También se pueden reconocer signos de su uso e intoxicación, como sonidos guturales, piel fría y sudorosa, manchas azuladas en la piel, mandíbula, pecho o torso rígido, latidos cardíacos lentos o irregulares, convulsiones y espasmos musculares. Además, el riesgo de sobredosis es alto, lo que puede tener consecuencias graves para la salud, incluso la muerte.
En caso de observar a un paciente bajo los efectos de esta droga, es necesario contenerlo emocionalmente, controlar signos vitales, acostarlo con la cabeza hacia el lado, no provocar nunca el vómito, abrigarlo si su piel está fría, no administrar alimentos ni líquidos y trasladarlo de inmediato a un servicio de urgencias.
Fernando Torres,
Toxicólogo y director de la Escuela de Química y Farmacia UNAB