Mal momento para reformas tributarias

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Germu00e1n Pinto

Ya lleva poco más de un mes el trámite del proyecto de ley de Reforma Tributaria hacia una Pacto Fiscal por el Desarrollo y la Justicia Social, el que se ha desarrollado con una demora mayor a la esperada, lo cual, sin duda, perjudica el objetivo que prometió cumplir cuando se anunció.

Yo había bautizado este proyecto como “la madre de todas las reformas” por las expectativas que se habían generado, debido a la necesidad de aumentar importantemente la recaudación fiscal de nuestro país, para dar cumplimiento a las promesas de campaña del actual gobierno, los anuncios de la cuenta pública realizada el 1° de junio recién pasado y el nuevo Chile que surgirá de aprobarse el proyecto de constitución en septiembre. 12 mil millones de dólares se espera y se necesita recaudar, aunque en realidad, con todas las promesas y aumento del tamaño del estado que se proyecta, se calculó en 40 mil millones de dólares adicionales anuales serán necesarios. Es por lo anterior que este proyecto no es algo baladí y es inevitable darle el tiempo y la revisión necesaria para que realmente aumente la recaudación en forma eficaz y eficiente.

Por tal encomiable objetivo, es que el ministro de Hacienda realizó la consulta a diversos actores sociales, para tomarlas como insumo para elaborar el proyecto prestando, aunque debo manifestar mi distancia a este tipo de metodologías, pues temas tan sofisticados no surgen, necesariamente, de la mayoría sino de expertos.

Independientemente de lo anterior, hemos visto el resultado en un proyecto que ha sido fuertemente criticado por diversos sectores y especialistas.

Es así como personeros que en un momento estuvieron en las antípodas del pensamiento político y económico como el ex ministro Felipe Larraín y el ex subsecretario Alejandro Micco, han criticado aspectos puntuales como el impuesto al diferimiento de los impuestos finales del 1,8% sobre las utilidades acumuladas de las sociedades de inversiones que tengan “rentas pasivas”, señalando que solo generarán distorsión en las decisiones de los agentes económicos, fuga de capitales y también una mínima recaudación.

También ha sido criticado por las modificaciones a beneficios como la eliminación del carácter de ingreso no tributables de los arriendos de viviendas acogidas a las normas del DFL 2 de 1959 y la eliminación del IVA al arriendo de bienes raíces amoblados, cuyos contribuyentes no podrán pedir devolución del remanente del IVA crédito fiscal (tema que ya he comentado en otras columnas).

Este cúmulo de críticas ha generado una demora en su tramitación, aunque aún estamos en el plazo estimado de seis meses que es el promedio que han tenidos los múltiples proyectos que hemos tenido en estos últimos 20 años.

Inicialmente se pensaba para el 31 de agosto el despacho a la Sala de la Cámara para su votación y para fines de septiembre el despacho para el Senado, pero con las reuniones con los expertos y gremios y las votaciones urgentes por la extensión del estado de emergencia en la zona sur, la tramitación ha demorado más de lo proyectado. Pese a todo esta turbulencia, ya se están preparando las mesas de trabajo entre Hacienda y los asesores de los parlamentarios para elaborar las indicaciones al proyecto. Esto me causa mucha confusión, pues ¿qué insumos tomarán para esas indicaciones? ¿se basarán en las opiniones antagónicas de los expertos? ¿hacia dónde irán las “correcciones” del proyecto?

Todo lo anterior se ve aún más contaminado por la contingencia del plebiscito que tiene a la clase política dividida entre el apruebo y el rechazo, como también, en las coordinaciones “políticas” para acordar las reformas que aplicarán al nuevo texto constitucional de aprobar o de rechazarse.

El ambiente no es el más propicio para poder realizar un debate técnico, el cual siempre he pedido que impere en este tipo de reformas, para que se discutan estrategias y mecanismos basados en la ciencia económica y no en discusión política y de “cocinas” que al final arrojan sistemas tributarios complicados e ineficiente como el que surgió de la reforma de 2014-2016.

Es necesario que, pese al clima enrarecido que estamos viviendo, prime la cordura y la sapiencia para diseñar un sistema tributario adecuado y que no se escuchen opiniones antojadizas como las ya vertidas y que señalan que debemos tener un sistema recaude más por medio de políticas empíricamente erradas que ponen el acento en la mayor recaudación de los ingresos más altos, en vez de generar estrategias que incentiven el crecimiento y el desarrollo del país, lo cual ha sido lo único que ha generado una eficiente y permanente fuente de ingresos fiscales.

Creo que sería sabio suspender la tramitación de este proyecto, esperar que pase el plebiscito y se cuente con un horizonte coherente y adecuado para llevar adelante un proyecto de reforma tributaria serio y que adopte mecanismos que permitan realmente el incremento sostenido de ingresos para poder solucionar las demandas sociales, y no estar en un ambiente bullicioso e incoherente como el que estamos viviendo.


Prof. Germán R.Pinto Perry

Director Magíster en Planificación y Gestión Tributaria

Centro de Investigación y Estudios Tributarios NRC

Universidad de Santiago

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