​El Poder De Las Decisiones

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Juan David Quijano


Hace algún tiempo hablamos de la importancia de elegir correctamente y dado que en pocos meses más tenderemos que votar “apruebo o rechazo” por una nueva Constitución, creo necesario insistir en ello.

Muchas de nuestras decisiones pueden tener consecuencias para toda la vida e incluso sin darnos cuenta, pueden afectar no solo a quienes nos rodean, sino a miles o millones de personas.

Independiente de nuestra edad, al hacer un balance de la vida podemos darnos cuenta de que los resultados alcanzados son en gran medida el fruto de las decisiones que tomamos, con efectos en lo afectivo, en lo económico, en lo moral, en lo académico, en la familia, etc.

Por eso, es importante no olvidar que las decisiones traen consecuencias, buenas o malas, y que, aunque somos dueños de elegir entre dos o más alternativas, la mayoría de las veces no somos dueños de escoger las consecuencias de esa decisión; por ejemplo: si decido lanzarme a las líneas de un tren, antes de hacerlo soy dueño de tomar o no esa decisión, pero una vez que me he lanzado ya no podré decidir el efecto que esto tendrá.

Por eso quizás la historia humana está llena de ejemplos de trágicas consecuencias derivadas de malas decisiones, como es la existencia de gobiernos corruptos que acarrean desgracia a sus pueblos, o aquellas decisiones que derivan en guerras que causan muerte y dolor, o la aprobación de leyes injustas que no protegen como es debido a las víctimas y que permiten que se multiplique la delincuencia y el terror. En general decisiones que traen dolor y división y alejan las bendiciones de Dios.

Por eso me encanta el capítulo 33 del Libro de Isaías‬, ya que nos habla de extraordinarias consecuencias al decidir correctamente, cuando dice que, el que camina en justicia y habla lo recto, que aborrece la ganancia de violencias y sacude sus manos para no recibir cohecho, que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias y cierra sus ojos para no ver cosa mala, va a habitar en las alturas y su refugio será una fortaleza de rocas.

Como podrán notar, esas extraordinarias consecuencias no son el fruto de la casualidad, sino de decidir correctamente.

Por esto creo que debemos estar atentos a lo que ocurre en nuestro país, para que nuestras decisiones ayuden a disminuir la violencia y la delincuencia, a conseguir un país más unido, donde se dicten leyes justas que no sólo exalten los derechos, sino también las obligaciones de cada uno, que permitan hacer crecer a nuestra nación, desechando ideas que buscan más la venganza que la justicia.

Doblemos nuestras rodillas delante de Dios, para que nos enseñe a tomar buenas decisiones y que no permita que seamos engañados por falsas promesas de igualdad y reivindicación; para que Chile vuelva a ser una nación próspera y ordenada, donde nuestros niños y jóvenes puedan crecer seguros sin temor a la delincuencia, al narcotráfico o a la proliferación de ideologías que tergiversan los verdaderos valores cristianos y de la familia.

Pidámosle entonces al Señor, que nos dé claridad para decidir correctamente el próximo 4 de septiembre. 


Juan David Quijano

europapress