René Valdés, Académico Fac. Educación y Cs. Sociales U. Andrés Bello, sede Viña del Mar

​Educación inclusiva y Simce

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Cartas al director

Sr. Director,


Todos los años, las escuelas chilenas se someten a pruebas SIMCE, que evalúa principalmente indicadores de cobertura curricular.

Los efectos de la prueba SIMCE han sido ampliamente reportados por investigadoras e investigadores chilenos. Los más representativos son los siguientes: condiciona el financiamiento, crea estrés para profesores y estudiantes, reduce el curriculum escolar, afecta la innovación pedagógica, promueve la desprofesionalización docente e incentiva prácticas de entrenamiento. Estos efectos provienen precisamente de la racionalidad que subyace a SIMCE: se basa en lógicas de control, categorización, ordenamiento, altas consecuencias y funciona bajo amenaza. Sin embargo, el SIMCE no solo afecta las formas de actuar de la escuela; sino su sentido, el ideal ético que significa el encuentro en las comunidades escolares y uno de los principios rectores de la actual Estrategia nacional de educación pública: el proyecto de una educación inclusiva.

Instalar y desarrollar procesos inclusivos en las escuelas es un proceso lento, multidimensional, en ocasiones disperso, no lineal, que afecta diversos niveles, procesos y actores. Requiere de tiempo, flexibilidad, participación escolar, democracia, apertura a las diferencias, creatividad y sobre todo de una cultura escolar que celebre la diversidad y defienda la justicia social. Para la consecución de todos estos elementos el SIMCE se transforma en una presencia agotadora. Se presenta como un dispositivo que representa todo lo contrario; estandarización, producción de sujetos individuales, tecnificación, ranking, competencia, prioridad en los resultados, descontextualización pedagógica y una curiosa forma de entender la calidad de la educación.


René Valdés

Académico Fac. Educación y Cs. Sociales U. Andrés Bello, sede Viña del Mar 

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