A horcajadas en el metaverso

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Hector Casanueva

Tomo prestado para encabezar esta columna, parafraseándolo, el título del notable ensayo de humanismo científico: “A horcajadas en la luz”, escrito en 1968 por el ingeniero, poeta y escritor, premio nacional de literatura, Arturo Aldunate Phillips (1902-1985). Una obra fundamental junto a otros de sus ensayos, como “Quinta dimensión”, “El amenazante año 2000”, “Los robots no tienen a Dios en el corazón”, “Mensaje del mundo verde”. Escritos entre 1958 y 1976, muestran una visión prospectiva, adelantada para la época, combinando su profundo conocimiento de las ciencias, con la necesidad de interpretar, imaginar y poner de relieve, al alcance de todos, las señales del cambio científico y tecnológico del Siglo XX que precedió a la revolución digital, la robótica, la inteligencia artificial, la exploración del universo y los riesgos ambientales que estamos viviendo actualmente.

El “Metaverso” es una de las realidades que emergieron de la revolución digital. La idea de que existe un mundo real y uno virtual se va difuminando, hay dos mundos paralelos, superpuestos, que deberán llegar a la convergencia. Una revolución silenciosa que debe ser tenida en cuenta en Chile, que está en proceso de creación de una nueva Constitución Política. Será necesario aprovechar esta coyuntura, para hacer el espacio institucional en el Estado para el desarrollo normativo de una gobernanza anticipatoria que permita hacerse cargo de este desafío.

En el mundo “real” estamos experimentando, y en muchos casos sufriendo, la macrotransición del Siglo XXI: digital, ecológica, energética y geopolítica. Hay una cotidianidad en la que estamos inmersos, en la que se superponen el pasado, el presente y un futuro desconocido. Es un mundo tangible, físico, evidente. Pero existe también un mundo que emerge desde lo “virtual”, llamado así porque aparentemente no tiene un correlato “físico”, y por lo tanto resulta para muchos casi un sinónimo de imaginario o hasta inconsistente.

Craso error para quienes así piensan.

El “Metaverso” es ya una realidad, tangible, actuante y en desarrollo, que sirve de marco a nuevas formas de relaciones económicas, comerciales, culturales e interpersonales, que se va expandiendo exponencialmente. Su acelerada implantación global, como lo señala la experta chilena María Pía Aqueveque, se basa en la convergencia de distintas tecnologías (animación, inteligencia artificial, blockchain, hardwares visuales, y otros), que se van desarrollando en esta nueva realidad, que “podría ser definida como una red de entornos virtuales siempre activos, en los que muchas personas pueden interactuar entre sí y con objetos digitales, mientras operan representaciones virtuales, o avatares, de sí mismos”.

La cadena Blockchain para las transacciones y las criptomonedas como medio de pago, el 5G y 6G, la internet de las cosas, la realidad aumentada, los NFT (Non Fungible Token, activos digitales únicos no fungibles) constituyen instrumentos para el desarrollo del Metaverso. La convergencia está en marcha. En el mundo “real” las criptomonedas son ya reconocidas por muchos Bancos Centrales y bancos privados. China prepara el lanzamiento mundial del Yuan Digital para 2022 durante los Juegos Olímpicos, el Banco Central Europeo tiene en estudio el Euro Digital y los ministerios de Hacienda de muchos países están regulando la fiscalidad a aplicarles. Whatsapp puso en marcha un piloto para pagos digitales, y en la red de Visa se podrá operar una tarjeta de débito con Bitcoin y otras criptomonedas, en principio en Alemania, Francia y el Reino Unido. En el caso de Chile, el Banco Central anunció en septiembre pasado que ha iniciado el estudio de una estrategia sobre medios de pago digitales, que incluye una posible moneda digital emitida por el Banco Central. La tecnología de trasmisión de datos 5G y 6G ya es una realidad que acelera el crecimiento y achica el mundo físico, impacta la información y la medicina. Y así.

El “mundo metaverso” se verá cada vez más potenciado con estos avances, y de hecho ya es ahora tan real como el que acostumbramos a definir como tal. Se superpone a lo tangible existente y subyace en una creciente red de relaciones, validadas por sus usuarios. Situación que, si bien lo pensamos, no es distinta en esencia a la validación que los “usuarios” hacemos cada día de la democracia por medios electorales, o de la economía y el reconocimiento de los medios de pago tradicionales.

En el desarrollo de este mundo paralelo, invierten ya gigantes tecnológicos como Facebook (ahora llamado “Meta”), Microsoft, Amazon, Nvidia, diversos creadores de videojuegos, como Unity Technologies o Tencent. Algunos datos para avalar esta afirmación: según Bloomberg Intelligence el mercado Metaverso puede alcanzar los US$ 800.000 millones en dos años, cifra que, según Aqueveque, está subestimada, ya que el dinamismo y crecimiento de este nuevo mundo la hará aumentar. Zara acaba de introducir su primera colección en el Metaverso, Sotheby's abrió una réplica digital de su galería en Decentraland, que es una Organización Autónoma Descentralizada, con su propia moneda virtual con la que se pueden adquirir bienes y servicios. Decentraland ha constituido 90.601 parcelas que están empezando a venderse en ese mundo virtual, a precios que llegan a superar los 900 mil dólares, pagados en la propia criptomoneda de la plataforma. Metaverse Group ha hecho una inversión de dos y medio millones de dólares comprando en ese mundo 116 parcelas de 4 m2 digitales, en la que Coca-Cola ya comercializa productos. Del punto de vista de la política internacional, cabe señalar que Barbados, que se acaba de constituir en república independiente, abrirá en enero de 2022 su “embajada” en Decentraland y está negociando la apertura de otras en el metaverso en las plataformas de Somnium Space y Superworld.

Este nuevo mundo emergente, que en algún momento deberá converger totalmente con el “real”, representa un desafío para la prospectiva estratégica y la gobernanza anticipatoria. Hay muchas aristas en este desarrollo, como la soberanía digital, la protección de la identidad y los datos, la seguridad de las transacciones, y la necesidad de evitar que sean un refugio para el cibercrimen en todas sus dimensiones, el blanqueo de capitales, el terrorismo y el resguardo de la integridad personal. Los estados y los OOII necesitan hacer una inmersión cultural en este otro mundo, preparar a la población y generar sistemas regulatorios de protección, pero que no entorpezcan el desarrollo de este mundo nuevo que hará crecer la economía, el comercio, expandirá la cultura y que puede servir para potenciar la democracia distribuyendo el poder. 


Héctor Casanueva

Académico y ex embajador de Chile. Vicepresidente del

Consejo Chileno de Prospectiva y Estrategia. Miembro del Comité de Planificación

de The Millennium Project Global Futures Studies & Research.

Profesor del IELAT, de la Universidad de Alcalá, de la Universidad Miguel de Cervantes

y de la Universidad Nacional de Estudios Políticos y Administrativos de Rumanía.

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