​Agenda de laboratorio frente a una disrupción de la realidad

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NicoleLa ciencia económica, a diferencia de otras, no tiene la posibilidad de aplicar pruebas de laboratorio guiadas para medir el impacto de las herramientas e instrumentos de política económica aplicada. Bajo ciertos escenarios, donde se pueden manejar ciertas variables de control, es posible medir el comportamiento que dichas variables exhiben tras la aplicación de incentivos directos o en su defecto, lo que ocurre al retirarlos o no aplicarlos.

Aplicar este tipo de pruebas sobre el funcionamiento de la economía sería fuertemente fustigado y éticamente cuestionado, dado que la forma en que las personas deciden y toman acción no debiera estar influido con mecanismos de esta índole. No obstante, los escenarios de crisis constituyen una muy buena oportunidad para medir la efectividad de la batería de herramientas de política económica en su capacidad de dirigir ciertos incentivos hacia los agentes económicos y guiarlos a actuar en la dirección deseada.

La economía local golpeada, en forma casi sincronizada, primero por un estallido social que logró paralizar la actividad comercial golpeando la capacidad instalada e inventarios del sector y, posteriormente, por el confinamiento forzado como medida de protección contra un virus volátil, contagiable y mortal se convirtieron en una mezcla de perturbaciones (Shocks) transitorias de mayor duración a lo esperado que terminaron por traducirse en una fuerte contracción de oferta y demanda.

En la medida que pasa el tiempo, ya sumamos 10 meses desde el estallido social y 5 meses de confinamiento, tiempo que nos conduce inequívocamente hacia un retroceso en la actividad productiva de 8 puntos al cierre de este año, con desempleo en dos dígitos (15% o más), inversión fuertemente decaída y paralizada, el consumo contractivo, con tasas de interés bajas, excesiva liquidez, sin presiones de precios, pero sin capacidad de impulsar el carro para hacer girar la rueda productiva otra vez.

Hemos sido testigos de la presentación de planes de apoyo económico dirigidos hacia las familias, empresas, trabajadores, pymes divididos en 6 proyectos de asignación de recursos fiscales con prevalencia en la forma de subsidios, transferencias directas o garantías estatales intentando con ello provocar, por medio de una política fiscal expansiva, incentivos directos para las familias, trabajadores y empresas. Sin embargo, los proyectos han mostrado ser insuficientes en su capacidad de cobertura, dimensión, montos y transversalidad para producir cambios significativos en la toma de decisiones de los agentes de la economía. Razón por la cual se optó por un retiro de carácter universal de un porcentaje de los fondos ahorrados en las AFP, con límites, lo que también es un incentivo transitorio directo con posibles efectos sobre el consumo, pero de corto plazo.

Aún transitando en una perfecta nebulosa de incertidumbre local e internacional, el virus no se detiene y amenaza con atacar con segundas olas, la demanda continúa fuertemente debilitada, no existe espacio para anticipar nuevos proyectos de inversión que permitieran crear los puestos de trabajo destruidos por la pandemia. Los ingresos de las personas diezmados e inciertos no permiten visualizar una trayectoria de gasto, ahorro y o inversión con mejores perspectivas. A lo que se suma un daño emocional, espiritual, psicológico de cierta magnitud en una población que se distancia de creer que la institucionalidad puede provocar un cambio real en la situación que enfrentan. Todo lo anterior apoyado en patrones de consumo, preferencias y uso de recursos completamente alterados. Al igual que los procesos productivos hoy modificados hacia el servicio, en función de la escasa demanda, con menos valor agregado, de bajo procesamiento industrial y con delivery a domicilio.

Todo lo observado constituye una verdadera situación de laboratorio para un análisis extremo de la capacidad que tiene la ciencia económica de redirigir el funcionamiento de la economía, la cuál con herramientas de políticas fiscales y monetarias sincronizadas en movimientos expansivos, hasta ahora, no logran producir un cambio de tendencia en las decisiones de razón económica.

Lo más complejo del escenario actual, es que Chile ya venía revelando una dimensión productiva agotada con tendencia a ir reduciendo su aporte incremental, con una capacidad instalada que había dejado de crecer a tasas crecientes, una actividad fuertemente centrada en los servicios, brechas de educación, bajas tasas de crecimiento de las remuneraciones, entre otros. Un cocktail disruptivo frente a la realidad, que propende en una menor capacidad de crecimiento país y, qué a vista de los acontecimientos actuales, las políticas que buscan paliar el escenario actual, sin más horizonte de planificación que lo próximo, prometen asegurar un sacrificio mayor en la capacidad potencial de crecimiento. Hay que comprender que este retroceso no se recupera con transferencias directas al ingreso, ni con subsidios al empleo para ser aplicados por las empresas que logren sobrevivir a este tránsito. Por este motivo, se extraña una visión de política económica de efecto expansivo, permanente y de largo plazo que tenga la misión de ir constituyendo nuevamente el camino para alinearse a la senda del crecimiento. Ya que, hoy por hoy, estamos apostando a los efectos estadísticos comparativos respecto de la severa caída en la actividad.


Nicole Stuckrath R.

europapress