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Javier Fuenzalida A


No es un garabato como lo escriben ahora. En la jerga económica es la forma que toman algunos ciclos económicos. Cuando la economía entre en una etapa recesiva (una caída en la tasa de crecimiento seguida de una ligera recuperación para caer nuevamente en recesión y posteriormente retornar a su nivel de precrisis, se le denomina W por su similitud a esa letra. Pero también se observan crisis en forma de V cuando el PIB decrece seguido de una recuperación.

Ninguno de estos dos eventos es predecible porque como se sabe, los gobiernos son proactivos, no están dispuestos a ser meros observadores y esperar que sea el mercado el que llevará a la economía a un nuevo ciclo expansivo. Las expectativas son muy importantes y pueden acelerar el proceso cíclico. A manera de ejemplo, vale la pena recordar el crash de la bolsa norteamericana en 1929, un anticipo de una crisis que nadie esperaba. El propio presidente de USA de la época, el republicano Herbert Hoover, se hizo famosos con su pronóstico “the prosperity is just around the corner” que nunca llegó.

¿Por qué se produjo la crisis? Milton Friedman en su Historia Monetaria de Estados Unidos la atribuye a un mal manejo monetario. Franklin D. Roosevelt, partidario de emprender un gran esfuerzo fiscal, el “The New Deal,” fue elegido presidente de Estados Unidos e inició un ambicioso plan de recuperación que la historia económica ha verificado que su impacto no fue de la magnitud que se creía. El mismo John Keynes, quien hizo un gran aporte a la macroeconomía, fue el campeón de la política fiscal como herramienta anticíclica más que el manejo monetario, pero su modelo llegó tardíamente. Se quejaba amargamente de que Roosevelt nunca quiso recibirlo para explicarle su receta.

Al fin de la segunda guerra mundial se temía que el fin de gasto bélico produciría una nueva y temible recesión. La sombra de 1932 inquietaba a muchos. Ocurrió lo contrario, porque al volver a casa los millones de combatientes se encontraron con una acumulación de ahorros inusitada y partieron a gastarlos después de tantas privaciones que tuvieron que enfrentar durante la guerra. Un boom extraordinario.

En cada recesión nos encontramos con causas diferentes, pero hoy los gobiernos cuentan con herramientas ya probadas de manejo del gasto público y de la política monetaria que permiten amortiguar cuando no evitar los ciclos amplios y prolongados.

Una revisión de nuestra propia historia económica reciente, desde la crisis del petróleo de los años 70, a la recesión financiera de los 80, la crisis asiática de fines de los 90, la subprime del 2008 y la que estamos viviendo, tienen características diferentes, como también el uso de la política fiscal, principalmente desde que se dictó la ley sobre el presupuesto cíclicamente ajustado en 2001 y en forma muy particular, el éxito y la consecuente credibilidad de un Banco Central independiente, permitieron al país vivir un valioso equilibrio macroeconómico.

Ello hizo posible además constituir valiosas reservas acumuladas durante el boom de los commodities cuando el precio del cobre llegó a los US $ 4,00 la libra en 2010/2011 y no caer en una locura de gasto fiscal. Así, se crearon el Fondo de Reserva de Pensiones (FRP) y el Fondo de Estabilización Económica y Social (FES) que afines de 2019 sumaban de US $ 23.000 millones. De esta forma hemos podido sortear las crisis subprime del 2008, el terremoto de 2010 y la que estamos viviendo y navegar con una economía sana en forma segura en medio de temporales.

El debate actual es cuán prolongada será la presente crisis. Algunos pesimistas no creen en un horizonte claro próximo. Hay quienes tienen una fe ciega en la eficiencia del gasto público y proponen gastar cuanto antes los US $ 23.000 millones de los fondos y están a favor de aumentar los impuestos. Otros confían más en el mercado y creen más en los estímulos y reducción de impuestos.

Lo cierto es que, cuando se mira la trayectoria del PIB durante las últimas cuatro crisis (1976, 1984, 1998, 2008) queda claro que ninguna mostró una trayectoria predecible. La de 1976 con una caída del PIB en el IV trimestre de 1978 y la recuperación tomó dos trimestres. En la de 1982 el PIB cayó durante 6 trimestres y la recuperación se produjo en dos trimestres, en la asiática de 1998 la caída se produjo en tres trimestres, aunque no tan violenta como la de 1984, y la recuperación también se produjo en dos trimestres. La del 2008 la desaceleración fue de 4 trimestre y el retorno 2 trimestres. La actual lleva tres trimestres y el Imacec del I trimestre muestra un crecimiento prácticamente cero. No sabemos cómo estamos ahora o estaremos en los próximos meses. Pero, las evidencias anteriores nos indicarían que, a partir del trimestre más crítico, la recuperación podría tomar un par de trimestre hasta alcanzar nuevamente el ritmo precrisis.

Todas estas recesiones fueron del tipo V, solo la del petróleo de los años 70 fue W. Nada podemos pronosticar sobre las WV que esperamos.


Javier Fuenzalida A.


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