​¿A qué fenotipo de chileno responde usted?

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Mario astorga (columnista)


La movilización social que estalló el 18 de octubre ha dejado al descubierto distintos fenotipos de chilenos. Ya para nadie debería ser un misterio que el modelo político-económico diseñado en el gobierno militar, aunque ha sufrido algunos cambios importantes en los últimos 40 años, ha ido acumulando detractores a lo largo de los años, en muchos de los cuales, aunque no se conoce la cifra porcentual, ha causado tal desafección con el resto de la sociedad, enojo, rabia, e indignación, que justifica actos vandálicos ( hoy denominados señales contra el sistema) que no hubiesen sido admisibles algún tiempo atrás.


Hubo varios que veníamos anunciando desde hace al menos un lustro el descontento social creciente, manifestado por primera vez hace ya largos 14 años en la revolución de los pingüinos, la que por no producir ninguna solución visible multiplicó el malestar en sus dirigentes, participantes y los millones de entusiastas seguidores. Ese malestar social se fue condimentado con todos los casos de corrupción en la política (muchos de cuyos actores siguen en sus mismos u otros cargos públicos), en las empresas (la mayoría sin sanciones o tan ridículamente bajas que son una verdadera invitación a seguir delinquiendo en vez de inhibir la ocurrencia de delitos); también corrupción en las otrora gloriosas instituciones armadas (Carabineros fue durante años la institución más prestigiada de Chile), en la estigmatizada justicia pre, durante y post dictadura, (siempre útil al gobierno de turno), en las iglesias (más preocupadas de esconder los delitos que de darle atención a los vulnerados), y un largo etc. Cada una de estas corrupciones produjo primero asombro, luego alarma, luego fue construyendo un tremendo cinismo, (en Chile nadie cree en nadie), hasta llegar a los niveles paupérrimos de adhesión que tienen las instituciones hoy en día. En ese contexto se han ido configurando los distintos fenotipos. Es bueno que cada uno de nosotros identifique el grupo donde se siente más interpretado, aunque sabemos que en una sociedad cada vez más compleja y cambiante las lealtades ideológicas y políticas son muy efímeras. Es tan importante reconocernos a nosotros mismos dentro de un fenotipo como distinguir que motiva y mueve a los movimientos rivales. Vivimos en democracia y la gran mayoría de los ciudadanos adscribe a ese precepto, y sabiendo que no estamos en un proceso de guerra civil sino de movilizaciones sociales, coherentemente no deberíamos hablar de enemigos, sino de rivales.


1. Los “wan a be” revolucionarios. Son personas que creen que porque rayan ACAB y otras frases intensas y groserías en los muros, hacen barricadas en las calles y caminos, le tiran piedras a Carabineros, participan en saqueos a farmacias y supermercados, rompen señaléticas del tránsito, etc. han pasado a la larga lista de revolucionarios de nuestro país. Se sienten parte del glorioso grupo formado por los Loncos mapuches como Caupolicán y Galvarino, pasando por los hermanos Carrera, o al menos como Miguel Henriquez. Lo que no saben es que esos revolucionarios abandonaron el confort de sus hogares, se organizaron en guerrillas que permanecían ocultas, perdieron todo contacto con sus familias, abandonaron sus trabajos y se dedicaron de lleno a la lucha liberadora, casi todos ellos fueron asesinados por sus ideales. No eran guerrilleros de lunes a viernes y reyes de las discotecas los fines de semana, como me tocó vivir en la universidad en los 70; se atrevieron a desafiar a los poderosos, en sus barrios y empresas, y no descargaron su ira sobre bienes que solo terminaron haciendo más miserable la vida de los más vulnerables, como ha ocurrido en Chile.


2. Los oportunistas. Son grupos que no tienen ningún interés específico en cambiar el sistema. A algunos les sirve tal como está, ya que pueden desarrollar sus negocios con facilidad. Otros no quieren cambiar el sistema, en realidad abogan por que no haya ningún sistema.  Me refiero a los anarcos, delincuentes, narcos y Barras Bravas, según muchos vinculadas al narcotráfico. Para todos ellos el peor escollo para realizar su “trabajo normal” proviene de Carabineros y la PDI, quienes son sus enemigos jurados. Aunque unos pocos miembros de Carabineros y la PDI han resultado ser aliados y cómplices de narcos y delincuentes, la gran mayoría de ellos les representan una amenaza. Las manifestaciones sociales han sido el paragua perfecto para “devolverles la mano” a Carabineros, proveyendo financiamiento para algunos desmanes en ciudades donde los “vulnerables” líderes de los destrozos llegaron desde lugares lejanos un día antes de las manifestaciones, o financiando y movilizando los asaltos permanentes con armas de fuego a retenes policiales, etc.


3. Los ciegos y sordos. Vieron en las manifestaciones lo que quisieron ver. Unos vieron solamente las violaciones a los DDHH de Carabineros, sin ninguna capacidad de ver los abundantes antecedentes que mostraban la participación de delincuentes y la participación y financiamiento narco en las manifestaciones. Esos mismos “vieron” que la primera prioridad de los manifestantes era una nueva Constitución y la salida de Piñera, a pesar que en todas las manifestaciones y encuestas esos temas fueron muy secundarios en relación con salud, educación y pensiones dignas. Otros solo vieron los saqueos y vandalismos, sin dimensionar la enorme proporción de chilenos que estaba pidiendo cambios de fondo. No hay peor ciego que el que no quiere ver, no hay peor sordo que el que no quiere oír. Con los antecedentes que existen hoy negar la enorme masividad de las manifestaciones y negar la participación articulada de delincuentes y narcotraficantes es por ceguera y sordera ideológica, no fisiológica.


4. Los instrumentalizadores. Hay grupos políticos que siempre creyeron que la madre de todas las batallas era lograr una nueva constitución y han estado dispuestos a utilizar cualquier recurso para lograrlo, incluso cambiarle las prioridades a las demandas de la gente. Hay otros que no están dispuestos a ceder ningún milímetro de las prebendas heredadas de la dictadura y harán todo lo posible, campaña del terror al estilo chilezuela de por medio, para evitar modificar las supramayorías, que es el principal escollo a los cambios como lo ha demostrado el que 1/3 ha pesado más que 2/3 en dos temas que la gran mayoría consideraba esencial modificar: el voto obligatorio, y el estatus de los derechos de agua. Son capaces de convertir el hecho más adverso en agua para su molino.


5. Los hijos de Chicago. Siguen convencidos que el modelo actual es ideal, que les da oportunidad de surgir a todos por igual, y que quienes tienen menos es producto de su flojera y desidia. Por ende según ellos ni la constitución, ni los sistemas privados de educación, de pensiones y salud requieren cambios. Tienen el más firme convencimiento que cualquier cambio en la Constitución desestabiliza al país y ahuyenta las inversiones, por ende son un freno al crecimiento, que es el único mecanismo para que el chorreo funcione plenamente.


6. Los reformistas moderados. Están de acuerdo con la mayor parte del Estado de las cosas tal como son ahora, pero creen que hay algunos bienes básicos, como educación y salud de calidad, a la que debieran tener acceso todos los chilenos. Siguen creyendo que la propiedad privada y la competencia son capaces de traer paz y prosperidad a todos los chilenos. No creen que era necesario hacer una nueva constitución para implementar los cambios necesarios.


7. Los chilenos solidarios. Aunque ellos están bien, se dan cuenta que hay razones para que mucha gente esté molesta con el sistema. Saben que el mercado cuando hay “competencia de verdad” y no colusión y abuso de posición dominante contra las PyMEs, genera buenos estímulos; respeta la propiedad privada, pero por ejemplo, no la pone por encima del derecho de los seres humanos al agua.  Cree que desde el 18 de octubre se ha avanzado poco en la solución a las grandes demandas de los manifestantes porque los políticos se han enredado en temas que no son prioritarios para la gran mayoría (Nueva Constitución, acusaciones constitucionales, paridad de género, pueblos originarios y han ignorado otras minorías que también deben ser consideradas para la confección de la nueva Constitución). No creen que tener una nueva Constitución sea la panacea, pero no le teme y votará que si en el plebiscito, no se siente representado por ningún dirigente ni partido político, cree en la democracia y le molestan las supramayorías y los intentos de algunos, vía cuotas de género y pueblos originarios, de tener más representación política que la que ganarían en las urnas sin esas cuotas.


¿A qué fenotipo pertenece usted?


Mario Astorga De Valenzuela

europapress