La gran estafa: el pensamiento de la extrema izquierda

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Rodrigo Barcia


En materia política a veces tendemos a confundir las cosas. La extrema izquierda ha posicionado dos ideas nocivas y ciertamente falsas que es necesario combatir. La primera es que la Concentración fue una repetidora del modelo implementado por los chicago boys y la segunda idea es que la actual constitución es la de Pinochet. El éxito de los primeros gobiernos de la Concertación, y del primer gobierno de Piñera, no fue sólo centrarse en el crecimiento, sino también en sacar al país de la pobreza en que había quedado después de la dictadura y del gobierno devenido en ilegítimo de Allende. No debemos olvidar que una de las primeras reformas de Aylwin fue el aumento de impuestos, y realizar una importante reforma laboral. Entre sus políticas más destacadas estuvo el reducir la pobreza del 41% al 28%; el aumento considerable de la inversión; el incremento del ingreso per cápita; la caída de la inflación en más de la mitad y la caída en el desempleo que bajó en un 25%. Entre 1990-98 la economía creció en promedio un 7,1% anual y la tasa de inversión aumentó persistentemente desde 1991 hasta 1998 (French-Davis, 2019). Otro tanto sucedió con la Constitución. Ella ha sido fuertemente modificada por el gobierno de Lagos, que llegó a señalar que se trataba de una nueva constitución, pero la Carta Fundamental ya había recibido importantes reformas estructurales (en 1989 se le hicieron 54 reformas). Entre las reformas más importantes se puede señalar las siguientes: se acabaron los senadores designados, se modificaron las funciones del Consejo de Seguridad Nacional, se modificó el Tribunal Constitucional, se derogó la Ley anti-terrorismo (promulgándose otra en democracia), se modificó vía legal del binominalismo, etc. (Navarro, 2019). El mérito de la Concertación y del exitoso primer gobierno de Piñera fue lograr crecimiento con equidad. Nada más alejando de la dictadura. Naturalmente que el gobernar por cuatro períodos presidenciales debilitó a la Concertación de forma lamentable, pero en ello también ayudamos todos al no participar más activamente en política a través de los partidos políticos. La corrosión de la Concertación fue la que potenció que en la derecha prosperan ideas de centro, que antes primaban en aquél conglomerado. La ex - Concertación termino de traicionar su espíritu al aliarse con la extrema izquierda (PC y FA), a partir del segundo gobierno de Bachelet. Efectivamente la Presidente Bachelet, apoyada por su exitoso primer gobierno, traicionó el ideario de la Concertación en dos direcciones: destruyó el enfoque de mercado pro-crecimiento y trató de lograr la igualdad a través del Estado. Ambas ideas serían apoyadas por la calle en la crisis desatada el viernes 18 de octubre. Y ambas ideas fueron y son nefastas. La primera ha sido negativa por cuanto un sistema de mercado no tiene sentido sin crecimiento. Las tasas de crecimiento desde el 2014 al 2019, son de 1,8; 2,3; 1,3; 1,5; 4,0; y 2,6 % (estas dos últimas cifras son del gobierno de Piñera), o sea, son de un promedio de 2,25% anual. Por tanto, tenemos un plazo de casi 6 años con un crecimiento paupérrimo. Esta tasa de crecimiento ha afectado fuertemente a la clase media; pero lo peor es que el sacrificio económico del gobierno de Bachelet para los efectos de la igualdad también ha sido miserable (¿se acuerda del impuesto que equivalió a 3% del PIB, y a su penoso Ministro de Haciendas?). La política distributiva del Estado chileno ha fracasado. Para ello basta ver las cárceles, el Servicio Nacional de Menores, la educación superior, etc. Por eso precisamente el actual Ministro de Hacienda señala que se debe mejorar las políticas de transferencia en impuestos. Por tanto, hace 6 años ex profeso la ex Nueva Mayoría ha desmantelado el crecimiento económico y aumentado los impuestos generando un casi nulo efecto distributivo (la pobreza aumentó duramente el gobierno de Bachelet).

La nueva constitución y las reformas en curso profundizarán la destrucción del mercado, y no generarán un efecto de bienestar en materia de distribución. El engaño es hacernos creer que, dada la crisis del viernes 18 de octubre del 2019, la mayoría de los chilenos desea un cambio de modelo. Es verdad que las marchas fueron masivas, pero en un país polarizado esa masa no es necesariamente representativa de la voluntad de la ciudadanía (hoy nadie es indiferente ante el supuesto deseo de un cambio radical del modelo). Además, lo que ha generado las populistas medidas del último tiempo no han sido las manifestaciones, que se dan en un contexto democrático (aunque irresponsable), sino la violencia. Y esto es clave para entender porque se debe desechar el cambio en los términos que hoy se plantean. Los que han promovido la violencia –no las manifestaciones-, es decir, las quemas y saqueos, se han articulado políticamente. Y a ellos hay que combatirlos, ningún modelo adecuado se generará claudicando frente a la violencia. La única forma de salir de este conflicto es recobrando el orden público, y ese debe ser la base de cualquier acuerdo social. Sea dicho de paso, no es lo mismo recibir balines o sufrir actos de fuerza por parte del Estado en una manifestación pacífica (lo que ha sucedido y constituye una violación a los DDHH) o hacerlo en un enfrentamiento con molotof o como reacción ante un asalto masivo (que constituye un uso legítimo de la fuerza por parte del Estado). A diferencia de lo que opinólogos señalan, desde la sociología o antropología, este proceso no durará varios años, por cuanto el país no lo resistirá. El Presidente del Banco Central en su ingente intervención de banda sucia del tipo de cambio (peso/dólar), por la que inyectó aproximadamente 24 mil millones de dólares al mercado, ha señalado que este nivel de intervención no es sostenible en el tiempo (estima que el índice gini podría retroceder 27 años después de la crisis desatada en octubre). Nótese que Marcel es un economista moderado de centro izquierda y que se caracteriza por ser un economista serio. Para señalarlo, sin eufemismos, lo que el Central está señalando es que cuando hayamos despilfarrado las reservas en dólares la economía simplemente se desplomará. Por otra parte, la Ciencias Política señalan que los vacíos de poder siempre se llenan y si no se recobra el orden público en democracia, se recuperará a través de la extrema izquierda o la extrema derecha.

Por todas estas consideraciones es fundamental que la clase política, sobre todo la de centro izquierda -que hoy está capturada por un discurso extremista-, se siente a conversar con la centro derecha para poder recuperar el orden público, revisar que políticas sociales adoptadas apresuradamente (para ver cuáles se podrán mantenerse dada recesión que viene) y, finalmente, centrarse en la recuperación de la economía, destruida por el discurso incendiario de la extrema izquierda.


Rodrigo Barcia Lehmann.

Prof. Dr. en Derecho y mg. en Economía.



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