Es cada vez más evidente la necesidad de una formación superior de índole transversal disciplinariamente. En el pasado, las universidades cultivaron una estricta separación disciplinaria para potenciar su organización e incentivar el intercambio de ideas provenientes de los distintos campos. Estos, representados en Facultades y Departamentos, se imponían como misión el cultivo del conocimiento disciplinario y su proyección a través de la docencia de pre y posgrado. Fue así como se desarrolló la súper especialización disciplinaria que caracterizó a la formación profesional a lo largo del siglo XX. Era esta, sin lugar a dudas, una universidad que tendía siempre a ser en altamente profesionalizante, y que cumplía su misión en torno a preparar conocimiento especializado incorporado en sus egresados y en la investigación básica y aplicada que surgía de cada especialidad. Era ésta también la base de la gobernanza universitaria, con una estructura de Facultades y Departamentos a las que estaban supeditadas las propias Escuelas a cargo de la docencia. Pero el mundo cambio: a esa universidad de “compartimentos”, en que escasea el diálogo entre disciplinas, le sigue una universidad más “transversal”, dominada por un imprescindible diálogo que hace primar la interdisciplina o la transdisciplina como el eje de desarrollo para el nuevo conocimiento y la docencia. Por eso, la formación en cualquier disciplina profesional está siendo permeada por miradas distintas a la propia especialidad, poniendo de relieve lo “humano” y adentrándose en el conocimiento del instrumental de análisis con bases generales. Los currículo formativos contemplan ahora una mayor diversidad de conocimientos, incluyendo aquellos necesarios para la vida en sociedad, y no exclusivamente los atingentes a una especialidad que aborda problemas determinados en un ámbito de la ciencia o de la técnica. Esa necesidad de conversación interdisciplinaria está haciendo cambiar el concepto de Facultad, para sacarlo de su aislamiento temático y poniéndolo como eje articulador de conocimiento integrativo. Por eso es posible concebir ahora la comunidad de intereses disciplinarios que cobija la economía con la ciencia política, las disciplinas de gobierno y las comunicaciones. Esa comunidad era inconcebible antes, como lo era también la integración del ámbito de las humanidades en la formación de la ingeniería o la medicina. Una nueva universidad se está edificando ante nuestros ojos, parte integral de la modernización y ampliación del nuevo conocimiento.
Prof. Luis A. Riveros