El Instituto...todavía

|

Enrique Goldfarb (columnista)Después de meses, en el Instituto Nacional sigue la violencia desatada por sus alumnos. Pareciera que probados los métodos institucionales y democráticos para normalizar el colegio- esto es, que se den las clases sin tropezarse con bombas incendiarias- estos no han dado resultado. Éstos han agotado el diálogo, las medidas preventivas, e incluso les han ofrecido a los estudiantes sesiones psiquiátricas gratuitas (llamadas eufemísticamente de Educación Emocional según consta en el comunicado del 8 de julio de dicho establecimiento). Se dice que los que desencadenan los disturbios y las bombas molotov son un grupo reducido, pero al parecer el resto los sigue como ovejas. Se dice que son los mismos apoderados los que les dan apoyo logístico a los violentistas, lo que termina por hacer del colegio un caso perdido.

Pude oír en la TV el testimonio de una apoderada que estaba sacando a su hijo del colegio. Ni su madre ni el joven, un alumno de promedio 6,9 antes de entrar al colegio, querían que éste desperdiciara su vida, e incluso considerando que el año escolar está casi por terminar (si es que alguna vez se pudo hacer clases) no quería seguir un minuto más en ese campo de batalla. El mundo al revés. Antes se hacía cola para entrar al Instituto. Ahora para poder salir.

Con todo el brillo y glamur de las reuniones por el cambio climático-invitación a Greta Thunberg incluida- y por la APEC, pero que son sólo palabras que se las lleva el viento, éstas no se comparan con la prueba de fuego de acallar la violencia escolar, a todas luces inadmisible, salvo que queramos dar patente de corsario a cualquiera que se tome las armas con sus manos para hacer cualquier cosa.

Escuchar a esa madre fue oír de primera fuente como se debe hacer la política de los liceos emblemáticos: para comenzar, no se pueden admitir porros, no un 70% o un 30%. Ninguno. Porque de aquí salen esos ejemplares que vemos en el Instituto Nacional. Y el que quiere hacer líos, debe ser expulsado (un alumno expulsado del Instituto fue readmitido, no sé si por orden de un juez o de motu propio del colegio). Sólo alumnos con ganas de enfrentar responsablemente la vida y/o con ganas de aprender, de saber. Después las mallas curriculares, y todo lo demás, que se construye sobre la base primera que es la calidad del alumnado.

Sería importante descubrir el perfil de los violentistas. Si tienen nexos políticos (por ejemplo, un posible “frente amplio” de ultraizquierda) o son simplemente descabellados y desubicados. Si es lo primero hay que revelarlo a la opinión pública. Si es lo segundo, o se los tranquiliza de una vez o se cierra el colegio.


Enrique Goldfarb

europapress