Control de identidad a menores

|


Enrique Goldfarb (columnista)

Es de no creerlo. La incitativa del gobierno de establecer control de identidad a menores de 14 años ha encontrado una “férrea” resistencia. Y no sólo dentro de la oposición, sector del que se puede esperar cualquier cosa, sino incluso en algunos simpatizantes o militantes de centro derecha. Se dice que es discriminatoria y que a los rubios de ojos azules no se les solicitará mostrar su carnet. Eso no es racismo, es simplemente que los rubios de ojos azules, o no cometen, o cometen menos delitos que los morenos con los pelos crespos.

Esta inusitada oposición incluso se ha extendido a algunos institutos de estudios, que concluyen que prácticas como esta son inefectivas e incluso contraproducentes. De estos últimos extraigo que la medida produce rabia. Lo cual no es de extrañar porque a nadie le gusta ser interrogado, y menos al delincuente. Pero que el gobierno quiera hacer este tipo de procedimientos no es gratuito y sabe que le va a costar en términos de popularidad. Pero sacando las cuentas, más le va a costar si la delincuencia, mucha de ella llevada a cabo por los menores que buscan ser escudriñados, sigue en ascenso.

El hecho es que una proporción importante de los delitos está siendo cometido por menores, muchos de ellos violentísimos e incluso con riesgo de muerte para las víctimas. Incluso muchos de ellos con antecedentes de delitos anteriores. Entonces cómo no va a ser eficaz una medida que busca separar de la sociedad a quien quizá, de otra manera, en pleno delito, no sería descubierto.

Para sacarse el pillo, los opositores esgrimen argumentos como su ineficacia. ¿La alternativa propuesta? Hacer uso de la” inteligencia policial”, esa inteligencia tan manoseada y de la que tanto se espera. Si, y esto es un gran supuesto, la inteligencia fuera usada diestramente, solo sirve para delitos específicos, por ejemplo, la araucanía, pero no cuando la delincuencia juvenil está repartida por doquier en cosas “menores” como portonazos, lanzazos, etc.

Por supuesto nadie le desea ningún mal a nuestros niños. Sin embargo, se observa que los que delinquen lo hacen sin ningún contrapeso. Inimputables, son contratados por delincuente senior y no hay ninguna señal que les advierta que es mejor andar por el camino del bien.

Pero una sociedad que no quiere ser interrogada, o solicitada que se le muestre su identidad, tiene que hacer méritos para lograr tal derecho. Si hay un 30% de los delitos cometidos por menores de edad, significa que no tiene tales méritos.    


 Enrique Goldfarb

europapress