Pía Bartolomé



Pía Bartolomé

Las “conversaciones” tienen un lugar central en nuestras vidas. En todo tiempo y lugar, de las formas más variadas y con las personas más diversas. En estos días, en el proceso constituyente y en nuestro quehacer cotidiano: en las comunidades, en las organizaciones, en las familias, en fin, en cada interacción con un otro.

Las mujeres representamos el 51,1% de la población en Chile; sin embargo, no contamos con ese porcentaje en los diversos espacios de poder y toma de decisiones tanto en el sector privado como en el público. Las razones son muchas y materia de un caluroso debate, pero el hecho concreto es que tenemos “el 14% de representación femenina en directorios de empresas IPSA, lejos del promedio OCDE de 26,7%”. Pero algo cambió. Al menos, en estas últimas elecciones quedó en evidencia que cuando hay oportunidades: ¡las mujeres brillan! 

Mientras los fundadores se concentran en consolidar años de esfuerzo, la siguiente generación es, probablemente, el eslabón más invisible en su perspectiva de trascendencia. Sin embargo, es una de las alternativas clave -si no la más importante- para garantizar su legado.

Es tan natural, como nociva, la práctica del ser humano que hace distinciones para separar en vez de unir. En esa dinámica dividimos, etiquetamos y muchas veces excluimos a algunos integrantes de la familia con lo que se produce no solo daño, sino también, una gran pérdida de posibilidades.

Para el mundo cristiano, el personaje principal en estas fiestas es Jesús de Nazareth; a quien honramos y agradecemos su acto de amor al despojarse de su divinidad y nacer en un establo en Belén. El texto bíblico no menciona la fecha de su nacimiento, pero sí afirma que nació de una sencilla joven judía.

Resulta cada vez más evidente el valor de la diversidad en las empresas familiares. Uno de los aspectos relevantes de esa trama y una fórmula muy poderosa, son las relaciones intergeneracionales. El diálogo convergente y complementario entre los jóvenes y los con experiencia acumulada no es solo necesario, sino imprescindible.

La continuidad del liderazgo del CEO es uno de los temas que, probablemente, más preocupan a muchas familias empresarias, pese a que demasiadas veces se queda en la trastienda. Dado que estamos hablando de un tema de poder e identidad, no es un asunto fácil de tratar. No obstante, con el escenario actual, ya no puede relegarse a un segundo plano, ya que está en juego la sostenibilidad de la compañía.

Todas las empresas, organizaciones y familias tenemos conflictos. La gran diferencia está en cómo los enfrentamos. Hacernos esta pregunta es clave especialmente en el contexto de crisis que vivimos, porque en situaciones de stress se forja nuestro carácter, se demuestran nuestros valores y sale a la luz lo humano que somos. Paradojalmente, pasaremos con éxito este verdadero test a nuestra alma o ethos, cuando seamos capaces de ir más allá de nuestro irrefrenable instinto de conservación.