Los negociadores del Parlamento Europeo y del Consejo (gobiernos) han acordado este viernes la obligación de que los coches de nueva fabricación incorporen al menos un 25% de plástico reciclado en su composición --con una fase intermedia del 15% en seis años--.
La iniciativa se encuadra dentro de una reforma que también prohibirá exportar vehículos que ya no sean aptos para circular en la UE, con el objetivo de recuperar materiales críticos y avanzar hacia una economía circular en el sector del automóvil.
"En un momento en el que el acceso a las materias primas está sometido a una presión creciente a escala mundial, aprovechar mejor los valiosos recursos contenidos en nuestros coches antiguos es beneficioso para el medio ambiente, la competitividad y la resiliencia de Europa", ha señalado Jessika Roswall, comisaria de Medio Ambiente, Resiliencia Hídrica y Economía Circular Competitiva, en un comunicado.
Para ello, la normativa establecerá por primera vez requisitos de circularidad que abarcan todo el ciclo de vida de los vehículos, desde su diseño y producción hasta su tratamiento como residuo, en un sector que es uno de los mayores consumidores de acero, aluminio, cobre y plásticos y en el que cada año más de seis millones de vehículos llegan al final de su vida útil en la Unión Europea.
Una de las principales novedades del texto es que los coches nuevos deberán incorporar de forma obligatoria materiales reciclados. En concreto, al menos el 15% del plástico utilizado deberá ser reciclado seis años después de que la norma entre en vigor, porcentaje que aumentará al 25% en un plazo de diez años.
Asimismo, parte de ese material deberá proceder de coches fuera de uso o de piezas ya recuperadas, con el objetivo de reutilizar los recursos existentes y reducir la dependencia de materias primas nuevas.
El pacto incluye, además, la prohibición de exportar fuera de la Unión vehículos que ya no sean aptos para la circulación, aunque esta medida comenzará a aplicarse cinco años después de la entrada en vigor del reglamento.
Con ello, la UE busca frenar el envío de coches altamente contaminantes a terceros países, así como combatir el fenómeno de los llamados "vehículos desaparecidos", que cada año salen del sistema sin que quede constancia clara de su destino final.
Las nuevas normas también obligarán a los fabricantes a diseñar los vehículos de manera que faciliten el desmontaje y la retirada de piezas y componentes, así como a asumir los costes de recogida y tratamiento de los coches al final de su vida útil, reforzando así el principio de responsabilidad ampliada del productor en toda la UE.
Además, el reglamento amplía su ámbito de aplicación a nuevas categorías, como los vehículos pesados, las motocicletas y los vehículos de uso especial, e introduce mayores controles en la transferencia de propiedad de coches usados, especialmente en operaciones realizadas en línea o en casos de siniestro total, con el fin de evitar prácticas ilegales.
El acuerdo deberá ser aprobado ahora formalmente por el Parlamento Europeo y el Consejo antes de su adopción definitiva, y las nuevas reglas comenzarán a aplicarse en un plazo de dos años.