La mitad de las mujeres en la postmenopausia presenta algún trastorno del sueño, según una neurofisióloga

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La neurofisióloga clínica Anjana López ha señalado que, según estudios recientes, la prevalencia global de trastornos del sueño en mujeres en la postmenopausia es del 51,6 por ciento y que en torno al 50,8 por ciento refieren mala calidad de sueño.



Según la miembro del grupo de trabajo de Insomnio de la Sociedad Española de Sueño, hay tres trastornos cuya incidencia se dispara en las mujeres tras la menopausia: el insomnio, la apnea obstructiva del sueño y el síndrome de piernas inquietas.



"En mujeres pre-menopáusicas la prevalencia de síndrome de apnea del sueño, por ejemplo, se mueve aproximadamente entre el 2 y 5 por ciento. En las mujeres post-menopáusicas estas cifras se multiplican por cuatro y la AOS afecta a entre un 10 y un 20 por ciento de las mujeres", ejemplifica.



Así se ha mostrado López en el marco del Día Mundial de la Menopausia, que se celebra el 18 de octubre. La experta ha explicado que la menopausia es una etapa de grandes cambios hormonales que son responsables, a su vez, de cambios en las mujeres a nivel corporal (hay una redistribución de la grasa), a nivel del estado de ánimo, que en algunos pueden llegar a la ansiedad y/o la depresión, y a nivel de sueño.



Además de los citados cambios hormonales, añade la especialista, en la menopausia en las mujeres también se produce una alteración en los mecanismos de termorregulación, lo que tiene un impacto notable sobre el sueño y el incremento de los casos de insomnio tanto de inicio como de mantenimiento.



"Esta alteración no solo es responsable de los incómodos sofocos y de la sudoración nocturna, que provocan muchos despertares intrasueño a las mujeres, sino que también se alteran los mecanismos termorreguladores necesarios para iniciar y mantener el sueño", señala.



Todas estas alteraciones del sueño, explica Anjana López, tienen un impacto en la calidad de vida de las mujeres: "Están más cansadas y, en consecuencia, están menos activas, empeorando los dolores crónicos que padecen y aumentado su riesgo cardiovascular. Además, al estar más cansadas disminuye también su concentración, tienen quejas de memoria, y con ello se da un descenso de su rendimiento y de su productividad", enumera la portavoz de la SES, que destaca también el impacto sobre el estado de ánimo, con un incremento de la irritabilidad y de los cambios de humor que dificultan las relaciones interpersonales.



LA IMPORTANCIA DE UNA BUENA HIGIENE DE SUEÑO


Según la neurofisióloga clínica, en esta etapa vital adquiere más importancia si cabe la necesidad de tener una buena higiene de sueño. Entre otras cosas, la experta recomienda: mantener unos horarios regulares de irse a la cama y levantarse; realizar ejercicio físico de manera regular, a poder ser por la mañana o a primera hora de la tarde; tomar una cena ligera, al menos dos horas antes de acostarse, y darse una ducha o baño relajante, con agua templada, para intentar disminuir la temperatura corporal.



La experta tambíen aconseja evitar dispositivos electrónicos por lo menos 1 o 2 horas antes de acostarse, sustituyendo las pantallas por lectura o música relajante; mantener una temperatura estable en la habitación (alrededor de los 19-20ºC), y utilizar un pijama cómodo de algodón o lino.



Si los problemas con el sueño "persisten durante varios meses y condicionan la calidad de vida al día siguiente", López recomienda consultar al médico. "Actualmente existe la terapia hormonal sustitutiva, con la cual disminuyen los sofocos y los efectos de los cambios hormonales, "pero tiene sus riesgos"; y, por otro lado, se puede hacer uso de melatonina o de suplementos naturales que ayuden a llegar más relajados. En ambos casos, siempre hay que consultarlo antes con un médico especialista", concluye.




europapress