El Centro Europeo de Neurociencias (CEN) ha destacado que la neurorrehabilitación permite "transformar la vida" de aquellas personas afectadas por la afasia, una de las secuelas "más invisibles y debilitantes" tras un ictus, y que afecta a la capacidad de hablar, comprender, leer o escribir.
Más de 90.000 personas en España sufren un ictus cada año, de las que un 40 por ciento acaban experimentando secuelas importantes como la afasia, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), lo que les genera dificultades tanto a la hora de comunicarse como un "profundo" impacto psicológico, dando lugar a sentimientos de frustración, ansiedad, inseguridad e incluso depresión.
"La mejora del lenguaje no solo tiene un valor funcional, sino también emocional. Recuperar la capacidad de expresarse es recuperar la autoestima y conexión con el entorno. En casos como el de Pilar, vemos que una intervención adecuada puede transformar la vida de una persona en apenas unas semanas", ha afirmado el director clínico y cofundador del CEN, José López Sánchez.
En ese sentido, ha explicado que no poder comunicarse con fluidez puede alterar las relaciones sociales, la participación en la vida cotidiana y la percepción de uno mismo, motivo por el que ha considerado "ideal" acompañar al paciente en su proceso emocional.
Una de las pacientes del CEN, Pilar, que con 63 años convive con afasia tras haber sufrido un ictus en noviembre de 2024, comenzó su rehabilitación a finales de abril de este año, y desde entonces acude dos veces por semana al centro, en el que se somete a estimulación magnética transcraneal durante media hora, a terapia física durante una hora y media, y a logopedia durante otra hora.
"Cuando llegué a CEN me costaba mucho encontrar las palabras y me frustraba con facilidad. Ahora puedo hablar mejor, formar frases y me siento mucho más segura", ha asegurado Pilar, que también presenta una hemiparesia derecha que afecta su movilidad y uso del brazo derecho, y cuya evolución refleja el "impacto positivo" de una rehabilitación intensiva y centrada en la persona.
Desde el CEN se ha hecho hincapié en la importancia de distinguir entre dosis e intensidad del tratamiento; mientras la dosis se refiere al número de horas o días que una persona realiza terapia, la intensidad está relacionada con el grado de dificultad intrínseca de los ejercicios que se realizan.
Así, un tratamiento puede ser considerado intensivo por el nivel de exigencia y la personalización de las tareas terapéuticas, y no tanto por la cantidad de horas. Aunque el centro ha llegado a atender casos de pacientes que han realizado hasta cuatro horas de terapia al día durante cinco días a la semana, también se considera intensivo un programa adaptado con menos horas.