Vuelvo a utilizar el mismo título de la columna de opinión que publiqué en Diario Estrategia del lunes 8 de julio de 2024, porque el tiempo me ha dado la razón.
En esa oportunidad señalé que la agenda legislativa-económica del Gobierno había estado dinámica al publicar la ley que creó el Impuesto Sustitutivo de Impuestos Finales, avances en la ley de cumplimiento tributario, la cual fue ley en octubre del año pasado, y también los “anuncios” del ingreso de la reforma tributaria del Impuesto a la Renta que se realizaría en septiembre ya pasado.
En esa oportunidad señalé que el país no estaba en condiciones de discutir ni aplicar una modificación legislativa del impuesto a la renta porque se planteaba una rebaja “compensada” de la carga tributaria de los contribuyentes, estrategia que sería perjudicial porque generaba incertidumbre a los inversionistas, lo cual se evidenció el año pasado en la inercia en la inversión de distintos sectores como el forestal, el incremento en las tarifas eléctricas, mercados deprimidos como el de automóviles nuevos.
La situación a nuestros días no ha cambiado, siguiendo el mismo escenario con una falta de dinamismo económico y un débil crecimiento que fácilmente puede ser ahogado con incrementos en la carga fiscal.
Pese a que desde julio de 2024 a la fecha la situación no ha mejorado, el ministro de Hacienda insistió en el diseño de la reforma del impuesto a la Renta con la estructura de aumentar la tributación de altos patrimonios para compensar la rebaja de la tasa del 27% al 24%, para lo cual siguió realizando reuniones con distintos sectores productivos y también políticos, pero no se concretó la presentación de tal iniciativa, evidenciando mi aprehensión de que no estábamos preparados para tal iniciativa.
Pero, ocurrió algo que no se tenía pensado: Estados Unidos comenzó una guerra arancelaria para generar un remezón en la economía mundial y así potenciar su hegemonía y definir quiénes están de su lado y quiénes no. Este juego de poder nos ha puesto en una pésima situación.
Pese a que en reiteradas ocasiones los parlamentarios y políticos de oposición señalaron que solo estaban dispuestos a aprobar una baja de impuestos, pero sin alzas, lo cual no amedrentó al ministro de Hacienda, solo la situación arancelaria internacional fue el motivo que lo llevó a declarar que: “por ahora no se tiene contemplada la presentación del esperado proyecto de reforma de impuesto a la renta”.
Si bien no estaba el escenario para llevar a cabo una reforma en julio del año pasado, ahora es tremendamente desfavorable con la negativa de la oposición, un año electoral que nubla la razón de los políticos y solo los hace razonar a los cálculos electorales, y adicionalmente la política arancelaria del presidente Trump, configurando un ambiente ante el cual correctamente reaccionó la autoridad al señalar que los esfuerzos deben estar destinados a desarrollar una agenda legislativa que otorgue certidumbre, incentivos y proyección a aquellos sectores que pueden generar el crecimiento y la inversión en nuestro país, así también como proteger a sectores que puedan verse perjudicados por las vicisitudes de la economía mundial.
Es por todo lo anterior que nuevamente, el horno no está para bollos, debiendo concentrarnos en determinar las políticas eficientes y eficaces que nos permitan sortear este mar de contingencias que se nos avecina.
Prof. Germán R. Pinto Perry
Director de Programas de Especialización Tributaria
Centro de Investigación y Estudios Tributarios NRC
Universidad de Santiago