Una forma rápida de ver si un país está en un buen momento económico es ver cuántas construcciones activas hay en las ciudades. Esto, porque la construcción emplea mucha gente y habla de la capacidad de financiar proyectos y de comprar propiedades que hay en el país.
En el último tiempo, en Chile hemos visto cómo las construcciones se han congelado, ya supimos que los permisos solicitados cayeron a niveles mínimos y que muchas constructoras han quebrado. Es en momentos como éste (que las cosas andan mal) cuando empezamos a apuntar con el dedo y buscar culpables, y el Banco Central nos entrega uno: el contexto externo. Eso es cierto, las tasas altas a nivel internacional inciden directamente en las tasas a las que financiamos nuestros proyectos. Sin embargo, también es cierto, que nosotros hemos puesto leña a ese fuego.
Los retiros de fondos deterioraron el mercado crediticio local, la mala gestión económica ha hecho que estemos más endeudados a nivel fiscal y eso repercute en las tasas a las que los ciudadanos nos endeudamos y la mala política ha hecho que pasemos por momentos de pocas certezas y mucha inestabilidad en el país, generando un clima adverso para los negocios que indicadores como el “Doing business” muestra claramente.
Lo cierto es que el contexto internacional llegó en un momento en el ya estábamos débiles económica y políticamente, por lo tanto, para poder despegar nuevamente necesitamos algo más que una mejora en las condiciones externas. Necesitamos generar certezas a los inversionistas, apoyar al espíritu creativo de los emprendedores a través de buena gestión política, estimular el ahorro, quitar el pie del Estado, que cada día pareciera estar más pesado, de encima de los inversionistas y entregarle al ciudadano la libertad necesaria para ejercer la función empresarial en el país, ya que, como dijo el nobel de economía Friederich A. Hayek “cuanto más planifica el Estado, más difícil se le hace al individuo su planificación”.
Por Esteban Viani, economista y académico de Postgrados U. Autónoma