​El día de la mujer y el cuento de “El Otro” de Jorge Luis Borges

|

A1


Siempre desde chica, me quedaba encantada escuchando o leyendo cuentos. Me parecía increíble que en par de líneas o párrafos el autor fuera capaz de transmitir una historia o un relato potente. Uno de esos cuentos que encontré más que sensacionales desde la primera vez que me encontré con él, hace ya varios años, fue el cuento de “El Otro” de Jorge Luis Borges.

En este cuento, tal como ocurría en otros, Borges hablaba de un hecho “real” que a muchos les parecería extraordinario. El relato comenzaba hablando del mes de febrero de 1969, en la ciudad de Boston, donde un Borges ya mayor, reconocía en la otra punta de un banco, en el cual estaba sentado frente al rio Charles, a su versión más joven que trataba de silbar el estilo criollo de “La tapera” de Elías Regules. El Borges joven, que se encontraba en el relato en el mismo banco, compartía la propia historia con el mayor y el banco, aunque en realidad para él, el banco se encontraba en Ginebra. El Borges mayor, profesor y ya reconocido, escritor de innumerables libros comienza entonces a decirle “cosas que no puede saber un desconocido” a su símil menor para convencerlo de que son la misma persona que se encuentra en un banco que pareciera estar entonces en diferentes ciudades y en diferentes momentos del tiempo simultáneamente.

Al escribir esta columna con ocasión del día Internacional de la Mujer, recordé inmediatamente este cuento, aunque carezco absolutamente de la claridad y la prosa de Borges. Pensé en que le diría a un “yo” del futuro -que represente de alguna manera a una mujer del futuro- si nos encontráramos sentadas en un banco que también estuviera en dos momentos del tiempo lo suficientemente distantes como sucedía en el relato original. También pensé que quisiera escuchar que me contara mi “yo del futuro” de como era el mundo en el cual ella vivía.

Para empezar yo le diría que no ha sido fácil desarrollarme y crecer profesionalmente y en reconocimiento en un mundo corporativo dominado por hombres. Le hablaría de la importancia de romper techos de cristal, de traspasar los propios miedos y de la importancia de hacer equipos y de perseguir los sueños. De los costos a pagar para lograr un reconocimiento y de lo complicado que puede ser conciliar ser singlemom, estudiar, y trabajar. Le contaría de las veces donde a pesar de todos mis posgrados en las entrevistas de trabajo me preguntaban la edad y cuál era mi estado civil, algo que a los hombres jamás se le preguntaba en aquella época, o que después de tener mi primera hija todos quisieran saber cuando iba a tener el siguiente. Sin embargo, más allá de mis certezas, mi gran curiosidad estaría en saber cuál sería el relato de mi otro yo, el cual me gustaría que me contara que el día de la mujer ya no se “celebra” más, porque todos somos iguales en nuestras diferencias, que las mujeres a igual formación tenemos realmente las mismas oportunidades, que los hombres dejaron de “ayudar en la casa” para hacerse cargo de las tareas domésticas que ahora son compartidas y que ahora a igual puesto las mujeres ganan lo mismo que los hombres tanto en sueldo como en bonos.

Sin embargo, a diferencia del cuento de Borges donde la conclusión del autor era que “medio siglo no pasa en vano…comprendí que no podíamos entendernos”, me encantaría reconocerme en mi “yo del futuro”, y sonreírle con la tranquilidad de haber aportado un granito de arena no solo para romper los techos de cristal de la época, sino para decir las cosas de manera honesta, claras y sin vueltas y abrir puertas para otras mujeres cuando puede hacerlo. 



Gabriela Clivio, 

Economista y Founding Member CFA Society Chile 

europapress