La sociedad, otrora agradecida de sus soldados, se ha transformado en otra que los condena y denuesta. La sola mención de sus nombres por otro militar provoca su baja del Ejército.
El que ahora se castigue con la destitución una manifestación de solidaridad con el militar que sufre una condena ilegal, injusta y reiterada, sólo confirma la inmoralidad prevaleciente en nuestro medio.