Esta obligación surge del deber de cuidado establecido en el Código del Trabajo, el cual ha sido reforzado por numerosos fallos judiciales, transformando este deber en una responsabilidad de resultados: si ocurre un accidente, el empleador deberá asumir la responsabilidad, independientemente de la diligencia aplicada para prevenirlo.
En un seminario realizado por la consultora, REDMAD y el Colegio de Abogados, los expertos hicieron un llamado a “preocuparse, pero no asustarse” y a ver la nueva normativa como una oportunidad para fortalecer las prácticas corporativas y elevar los estándares éticos de las organizaciones.