Rodrigo Aravena



Rodrigo Aravena

Las últimas semanas, nos hemos informado de dos grandes iniciativas inmobiliarias desistidas por sus propios inversionistas, tras un tormentoso camino judicial que los sostuvo legalmente válidos durante años. Me refiero al megaproyecto inmobiliario Portezuelo, de P&G Inmobiliaria y del Proyecto Alto las Condes II, de Inmobiliaria Cencosud.

Con agrado he visitado el recientemente inaugurado Mercado Urbano Tobalaba (MUT), un complejo de comercio y oficinas en Av. Apoquindo, entre calles El Bosque y Encomenderos. Fue una experiencia que realmente te traslada a otra ciudad al recorrer sus bellas galerías.

En momentos de crisis, se necesitan buenas ideas para salir adelante, y como AGS Visión Inmobiliaria nos reunimos hace unos días para pensar, discutir y delinear cinco iniciativas que creemos pueden apoyar el resurgimiento de la industria inmobiliaria, hoy golpeada por una coyuntura de mercado donde escasean compradores de viviendas y la banca ofrece condiciones financieras excesivamente cautas al momento de evaluar proyectos.

El barrio Meiggs pasa por momentos difíciles, que ponen en riesgo su fama de polo comercial; altos índices de delitos asociados a sus manzanas, alto número de delitos y conflictos entre bandas de vendedores ambulantes, se han hecho frecuentes en el barrio; una feria abierta y desregulada, donde la Ley del más fuerte puede imponerse sobre el débil orden público y planificación.

La integración social en nuestras ciudades es quizás uno de los grandes desafíos de la planificación urbana actual, donde el discurso y la acción deben alinearse detrás de políticas claras y rotundas, que eviten acciones locales confusas y muchas veces contradictorias.

El confinamiento nos ha mostrado que, si bien es posible hacer casi toda la vida de forma remota desde nuestras viviendas, es deseable y posible mejorar el programa y diseño de nuestras viviendas y edificios, para hacerlos adaptables a una vida que contemple mayor permanencia y múltiples actividades desde casa. Ese es el desafío de toda arquitectura; adaptarse y mejorar las condiciones de habitabilidad de las personas, respondiendo a los cambios sociales y culturales.

¿Cuánto cuesta “arrendar una cama” dentro de una habitación, compartida con tres o más personas en la RM? En barrios del centro de la ciudad, entre 120.000 y 150.000 pesos. En Cerro Navia, Recoleta o Quilicura, desde 100.000 pesos. En casas antiguas, que se han dividido hasta más no poder, “viven” familias enteras, inmigrantes mayoritariamente, hacinados en piezas ciegas, húmedas en invierno y en condiciones higiénicas deplorables, que son caldo de cultivo para la proliferación de enfermedades.

La pandemia del COVID-19 nos ha confinado a vivir bajo aislamiento social, obligados a tomar distancia entre nosotros en espacios públicos, o incluso aislarnos en nuestras propias viviendas. De sorpresa, este enclaustramiento ha anulado de forma la vida colectiva tradicional, que elogiábamos como el beneficio de vivir en densidad, aprovechando las economías de aglomerarnos en torno a un barrio, usar intensivamente el transporte público o encontrarnos en espectáculos masivos. Es decir, en todo lo que hacíamos de forma agrupada, colectiva y colaborativamente.

Entre 200 y 300 edificios de vivienda colectiva se construyen anualmente en Santiago. Esta dinámica, depende de la elasticidad del mercado de inversionistas de renta, que han proliferado los últimos años, en detrimento de los compradores, cuyas alzas de valores de los departamentos los han obligado a optar por arriendos.¿Y cuáles serán los factores de este 2020?