Marisol Alarcón



Marisol Alarcón

Recordar fechas de cumpleaños, comprar la lista del supermercado, llamar al médico para agendar una hora, organizar la logística del paseo del fin de semana, supervisar las tareas de los hijos, asistir a reuniones y además de todo lo anterior, cumplir a tiempo con las responsabilidades laborales. Estos son algunos ejemplos concretos de situaciones cotidianas que reflejan la alta carga mental que viven miles de mujeres en su día a día.

Cuando hablamos de participación femenina en el mundo laboral, es evidente que hemos avanzado si comparamos la realidad actual con lo que se vivía en décadas pasadas. Sin embargo, también es cierto que debido a brechas socioeconómicas, prácticas instaladas en espacios públicos y privados, y estereotipos de género que aún persisten en la sociedad, la gran mayoría de las mujeres seguimos estando subrepresentadas en el trabajo, en especial, en roles de mayor liderazgo. 

Hace un año y medio ir al trabajo era textualmente eso, desplazarnos desde nuestras casas a otro espacio físico donde realizábamos labores en un horario fijo de lunes a viernes. Sabemos que la pandemia cambió muchas cosas a la fuerza, pero la prueba de fuego para medir la real transformación del mundo laboral comienza ahora, cuando salimos del “modo de emergencia” y transitamos hacia una nueva realidad que debemos diseñar. Es momento de ver si seguimos actuando de la manera tradicional o incorporamos los aprendizajes del último tiempo.