Hermógenes Pérez de Arce



Hermógenes Pérez de Arce

Este, en efecto, ha perdido otro pedacito en estos días, un territorio de la novena región llamado “Temucuicui”, donde vive Marcelo Catrillanca, a quien iba dirigida la carta. Allí, como ya la zona no es parte del país, no llega el correo.

Todo esto es “afirmacionismo”, que no puede ser delito, según el proyecto, porque es lo contrario del “negacionismo”, que es lo que él castiga. Los historiadores pueden estar tranquilos.

La propiedad y la libertad económica garantizan la democracia: crean incentivos para exponer todos los puntos de vista y así la gente pude emitir un voto más informado.

No hay contradicción en el hecho de que Lavín sea el político con más adhesión y menos rechazo a nivel nacional y, al mismo tiempo, resulte penúltimo en la votación circunscrita sólo a los candidatos de derecha. 

Lo que no sabíamos es lo que revela el libro del ex Ministro del Interior, Belisario Velasco, que se presenta esta semana: que el Director de Gendarmería, Claudio Martínez, ordenó retirar una reja horizontal que habría impedido la fuga en helicóptero de los frentistas, en los días anteriores a la misma.

Bajo el reparto los imponentes que no enteraban los mínimos exigidos perdían sus cotizaciones. Bajo las AFP nadie las pierde y, por escasas que sean, siempre dan origen a una pensión. Estas bajas pensiones sirven para criticar el sistema.

Los incentivos perversos de la Ley Aylwin transformaron ese territorio en Tierra de Nadie, como lo es hoy.

La última encuesta Criteria Research ha dicho que la aprobación a Piñera cayó 11 puntos, a 43 %, y su rechazo subió 9 puntos, llegando a 44 %. A su gabinete lo aprueba el 40 % y lo rechaza el 49 %. Parece que no está controlada.

Como también se ha comprobado (OMS) que quienes gozan de ingresos altos viven más que los de ingresos medios y éstos más que los de ingresos bajos, la edad de jubilación debería ser menor para quienes ganan menos

La masiva llegada de extranjeros nos ha servido para “creernos el cuento”: siempre hemos sido un pueblo descontentadizo y gruñón con lo que tenemos, pero resulta que la invasión de foráneos que encuentran bueno vivir acá nos está haciendo darnos cuenta de que el “modelo chileno” no era tan malo, al fin de cuentas,