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Enrique Goldfarb |
Como los comunistas, los que aplauden a Maduro, son los que gobernarían y se sentarían en el trono, gozando de la vida, no tienen nada que perder, ya que en democracia y en la dictadura del proletariado, siempre estarán bien.
Lo que lo pone pálido a uno es el hecho que solo hayan reparado en estos hechos que ni siquiera dan para noticia, sin dar a conocer los avances que se están haciendo en distintos campos y el espíritu de trabajo serio que anima al equipo que nos gobierna.
Harvard no es Chicago, pero es Harvard, y que una universidad de ese prestigio invite a un profesional comoFelipe Larraín a dictar cátedra de cómo se debe manejar la economía de un país, es un honor no sólo para él sino también para Chile, que tiene necesidad de recuperar el prestigio perdido después de la desastrosa experiencia de haber sido dirigido por las fuerzas políticas que cuestionan el pago de ese viaje.
Ese dogmatismo, propio de las religiones, llevó a Vargas Llosa a definir a la ideología de los miembros de las tribus de esta naturaleza, como religiones laicas, de las cuales, la más llamativa y que todavía perdura en algunos países, es el comunismo.
Viendo adonde llegará Piñera con su forma de trabajar y encarar las cosas, y adonde llegaron ellos con las recetas de Bachelet, la migración hacia políticas más racionales y efectivas resulta una decisión más que saludable para el futuro político de la DC y de la izquierda.
Me llamó la atención que, en lugar de lapidar a Zuckerberg, inclusive él mismo en su pobre defensa, nadie le exigiera que, a lo más, introdujera una restricción a los datos que vende o usa, que imposibilite individualizar a las personas que componen las muestras o el universo de Facebook.
Hago votos para que, por medio de su gestión, tengamos finalmente, como él mismo se comprometió a intentar, una mejor justicia.
El tono lastimero de las quejas y de los vaticinios hacia el gobierno de Sebastián Piñera, todos marcados con el sello de la posverdad, nos recuerdan las apariciones de Evo Morales llorando por una salida al mar, y culpando a Chile de sus desgracias.
La NM metió al país en un forro, en una apuesta de casino, en donde sólo se puede ganar algo si Bolivia hace el soberano ridículo con su show.
Lo que más se debe alabar es que hay espíritu de trabajo, de hacer cosas, de construir.