Enrique Goldfarb



Enrique Goldfarb

Simplemente se saltó las instituciones y lo que es incluso más grave, careció de la más mínima compostura, ya que no es más una parte dialogante, gracias al juicioso mandato de los electores que le sacaron la retroexcavadora de las manos.

El componente fundamental de esta reversión es la confianza que inspira el nuevo gobierno, alejado de los enredos retóricos y menosprecio de la administración saliente por el crecimiento.

Lo que corresponde hacer es crecer. Producir los empleos que Bachelet desdeñó, para que la gente pueda comprar o arrendar por sus propios medios la vivienda en el lugar que elija. Hacerles sentir que no necesitaron del estado para hacerlo, produciendo el inimitable orgullo de la misión cumplida.

Este uso masivo de la justicia como arma política constituye un legado de verdad que la Presidenta, quizá por modestia, no ha mencionado en la lista de herencias que nos dejó.

En su ceguera, piensan que la pérdida del poder se debió a que el metal estaba por el suelo, como si el crecimiento económico tuviera el metal como piloto automático.

Ayudará a entender lo sucedido si se tiene en cuenta que Romer es, o era, un genio que brilló en la academia y en sus estudios como economista, original, creativo y con tesis revolucionarias. Incluso se lo consideró como candidato al Nóbel. Pero su hiperactividad neuronal se salió de madre, y se olvidó que no estaba en un debate universitario, sino que en una institución rigurosa, conservadora y hasta el momento, de prestigio.


Estos destellos de sensatez de estos técnicos pudieran ser una excusa anticipada por su apoyo a un proyecto nefasto para el país.