Enrique Goldfarb



Enrique Goldfarb

Corremos un inminente peligro de caer en picada, como sucedió con Argentina y más acentuadamente con Venezuela, producto de la particular forma de gobernar que tiene la izquierda. La izquierda, fiel a su tradición marxista, cree que todo lo que constituye avance y civilización, sus normas, costumbres y reglas consuetudinarias, no son más que invenciones de la clase dominante, léase el 0,01% de los chilenos, para explotar a los ciudadanos.

El revuelo con los medidores inteligentes ha sido digno de Ripley, como se decía antes. A un tema que nadie entiende bien, se le endilgaron los males de Satanás y resulta ser, casi, el culpable de todo.

Frente a la muy buena ley de reforma de la salud presentada por el gobierno, la oposición, y lamentablemente, también intelectuales que no cumplen esa condición, han levantado críticas injustificadas.

No es efectivo que la gente de menores recursos no sea favorecida. Considerando que la semi integración produce que pymes, que en su defecto quedarían exentos del pago de impuestos, entran al cuestionable “honor” de ser contribuyentes activos, y así sucesivamente hasta comprender más de 600 mil contribuyentes que al ascender en la escala de ingresos, aunque cada vez en menor proporción, ve incrementada su tasa tributaria.

La oposición marxista y filomarxista puso el grito en el cielo cuando la DC aprobó la idea de legislar la reforma tributaria, después de supuestos acuerdos entre ellos y este partido, de actuar como un solo bloque para congelar al gobierno en su tarea modernizadora de la economía.

Esto es una mala señal, representativa de que la República de Chile está perdiendo la primera de las calidades de este título: la política ha perdido junto a su republicanismo, la vergüenza.

La pregunta que queda en el aire es si eso es negativo o no para la causa de la libertad en el futuro. Es natural que aquellos que tengan aspiraciones presidenciales no estén conformes, por cuanto estimarían que ello opaca sus posibilidades. Sin embargo, y suponiendo que haya conformidad con el gobierno y si al menos parte del legado es transferible, no sería malo, salvo por el hecho que el peso que tendría el presidente en la designación del candidato del sector sería enorme.

Que el gobierno quiera hacer este tipo de procedimientos no es gratuito y sabe que le va a costar en términos de popularidad. Pero sacando las cuentas, más le va a costar si la delincuencia, mucha de ella llevada a cabo por los menores que buscan ser escudriñados, sigue en ascenso.

Una legislación laboral apremiante para subsanar los gruesos errores de la Reforma llevada a cabo por el gobierno anterior, se ha visto entorpecida por una visión torpe de la oposición.

A raíz del viaje de Sebastián Piñera a Cúcuta, para asistir al concierto que sirve como fondo a la ayuda humanitaria a Venezuela, la izquierda se ha lanzado en picada a criticar el viaje.