​El Juego de los Aranceles: ¿Hasta Qué Punto el Mercado se Revela Como un Niño Desobediente?

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Rodrigo Castillo


Hablado con mi socio sobre el efecto de las tarifas, buscando oportunidades en el mercado para poder aprovechar la alta volatilidad que estamos viviendo, nos planteamos en el pleno auge de la “guerra comercial”, cada anuncio de aranceles empuja a los inversionistas a reajustar sus carteras: sube el dólar, caen las bolsas, tiemblan los commodities, Pero, ¿hasta cuándo tendrán realmente impacto estos nuevos impuestos?


El 2 de abril, el presidente Trump dio el puntapié inicial con un arancel base del 10% a todas las importaciones, sumado a tasas puntuales del 25% al acero, 10% al aluminio y un 34% a los productos chinos. Desde entonces, hemos visto escaladas de 50%, de 100% y hasta el día de hoy que hablan de niveles irracionales al 245%. Cada escalón provoca reacción: el mercado se reajusta, corrige y vuelve a reajustarse, en un círculo que hoy nos tiene atrapados en un vaivén de volatilidad haciendo muy difícil poder tomar alguna decisión de inversión a corto y mediando plazo.


Sin embargo, hay un límite práctico al castigo arancelario. Pensemos en un ejemplo coloquial: si tus padres te quitan la tele, playstation o algo que disfrutes en tu tiempo libre, un día por mal comportamiento, aprendes la lección; si te la quitan un mes, ya te has aburrido de ver las paredes; si el castigo es un año, terminas tan desesperado que solo esperas exoneración o simplemente no crees que sea posible y te revelas, sin aprender realmente la norma. Con las importaciones, sucede algo similar: un 10% frena algunas compras, pero no paraliza el intercambio; un 50% restringe duramente el comercio para pocas empresas capaces de absorber el golpe; un 100% casi cierra la puerta; y un 280%, sencillamente, anula todo signo de negocio. Llegado a ese punto, el mercado deja de ajustarse de forma gradual y comienza a buscar un piso —y un eventual rebote— porque ya no tiene más margen para reaccionar.


En esos niveles extremos, las cadenas globales se rompen, los inventarios se acumulan y las empresas empiezan a mirar hacia adentro o a terceros mercados, reduciendo el protagonismo de los aranceles como instrumento de presión. Dicho de otro modo: más allá de cierto umbral, el grito arancelario no tiene eco financiero.


¿Qué lecciones queda recoger? Primero, que a cada nueva medida de Trump el mercado reacciona, pero esas reacciones pierden fuerza cuando la medida es desproporcionada. Segundo, que los inversores deberían anticiparse no solo al próximo anuncio, sino a ese punto de “agotamiento” arancelario, donde el castigo será tan impopular y costoso que casi todos esperarán la tregua con urgencia. Y tercero, que, en ese momento, cuando la volatilidad alcance su cenit, podríamos ver una oportunidad única de entrada: justo cuando los precios reflejen el miedo absurdo a un arancel del “un año sin televisión”, sabremos que la lección ya no impacta al consumidor ni al productor, y el mercado estará listo para recomponerse.


En definitiva, las tarifas son un instrumento poderoso… hasta que dejan de ser razonables. Ahí es cuando, simplemente, dejan de importar.



Rodrigo Castillo Director General de BeFX 

europapress