La Cámara Chilena de la Construcción (CChC) acaba de publicar un dato que indica que las familias chilenas deben ahorrar la totalidad de sus ingresos por, aproximadamente, 11,4 años para adquirir una vivienda, lo que representa un aumento de 3,8 años desde 2019.
Si sumamos a esto la tasa de desempleo, la informalidad laboral y el éxodo de jóvenes a estudiar y/o a trabajar al extranjero, pasa a ser una cifra sumamente preocupante.
El sueño de la casa propia es cada vez más un sueño y un tema difícil de explicar a los jóvenes que vienen saliendo de las universidades o incluso a quienes están por ingresar a estudiar una carrera (ad portas de dar la PAES en diciembre la generación 2024) debido a que el sueño que en algunos casos sus padres lo cumplieron o están en aquello, para ellos es algo absolutamente lejano por no decir casi imposible.
Si observamos esto como un sueño para muchos, que poco motivante es entonces mirar en el corto o largo plazo un futuro laboral para ellos, donde los sueldos bajan, el costo de vida crece y, al final, terminan trabajando para pagar deudas y con suerte para vivir o disfrutar, lo que termina siendo más que un sueño una pesadilla.
Desde el lado de las empresas, vemos que motivar, retener e incluso atraer talento es una tarea cada vez más desafiante y difícil de cumplir debido a que ya el sueldo es algo que no alcanza, por lo que las empresas se han visto en la obligación de buscar otras medidas como, por ejemplo, establecer modalidades hibridas o 100% remotas, sueldo emocional, más vacaciones, etc.
Hay un desafío tremendo con los jóvenes y para qué decir con los adultos mayores o ya jubilados, quienes tenían un sueño como la casa propia la cual hoy puede ser una pesadilla por tener que costear contribuciones impagables.
Esperemos que el sueño de la casa propia no se transforme, en realidad, en una pesadilla…
Francisco González Pizarro
Gerente general de Vertical Hunter – www.verticalhunter.cl