Reflexiones constitucionales (Parte 1)

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Christian Lomakin

Ahora que vienen las nuevas elecciones de constituyentes, surge nuevamente la pregunta de cómo debería ser una Nueva Constitución. Chile ha tenido, a lo largo de su historia, cuatro constituciones y numerosas reformas. La trayectoria constitucional chilena es, en definitiva, una de las más antiguas de América, e incluso, del mundo y mantiene ciertas constantes. Son pocos los que lo saben, y lo valoran en su justa dimensión. La ciudadanía chilena, acostumbrado a sus libertades, evito la constitución anti democrática de la convención constituyente anterior. Dicho eso, es posible que una nueva Constitución mejore a las anteriores, si es que se revisan algunas de las disposiciones que han sido efectivamente superadas por los hechos. Quizás, una de las que menos se discute, y que es una norma que viene desde 1833, es la doble condición del Régimen unitario, y el sistema presidencial fuerte. Conceptos que parecían bien entonces, cuando la sociedad chilena era más pequeña, mucho menos compleja, y solo una minoría pequeña, sabía leer y escribir. Sin embargo, pienso que ambos conceptos le quedan chicos a la sociedad chilena actual. Sería apropiado revisar la utilidad de estos conceptos tradicionales, al menos por tres razones:


1.- Es una fórmula que no distribuye el poder apropiadamente. Lo concentra en las manos de un ejecutivo remoto, para las necesidades regionales.


2.-Además, lo deja cautivo por un periodo fijo de cuatro años. El Poder sobre el Estado debe ser flexible y poder ser cuestionado cuando las cosas no se dan, o cuando los votantes pierden confianza. Una situación que se presenta con dramatismo en las circunstancias actuales.


3.-El Estado centralizado es un mal administrador de los problemas regulares, que se tienen que abordar en una sociedad moderna. Discutiremos algunos casos, en futuras columnas.


Cuatro constituciones después, y a 190 años del genio pragmático de Portales, debe ser revisado, en su aplicación actual. Chile está en una situación muy diferente a la de 1833. Lo que está en juego, no es poco. Los tres puntos mencionados, se discutirán en futuras columnas.


Christian Lomakin

Economista/ Consultor

europapress