​Superioridad moral, persecuciones purgas y matanzas

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Bernardita Espinoza

En estos días se ha elevado la polémica respecto de los dichos del ministro secretario general de la presidencia, Giorgio Jackson, respecto de la supuesta superioridad moral que los caracteriza respecto del resto, ha dicho textualmente: “Nuestra escala de valores y principios en torno a la política no solo dista del gobierno anterior, sino que creo que frente a una generación que nos antecedió, que podía estar identificada con el mismo rango del espectro político, como la centro izquierda y la izquierda, yo creo que estamos abordando los temas con menos eufemismo y con más franqueza”.

En ese contexto mi columna tiene el afán de alertar que declaraciones similares de supuestas superioridades morales a lo largo de la historia, han sido y siguen siendo el detonante de las más macabras cazas de brujas, persecuciones, purgas y genocidios, toda vez que por razones ideológicas, generacionales, raciales o religiosas un grupo, pueblo, raza o credo ha declarado ser moralmente superior y por ende ha ejercitado un supuesto derecho de purificación, de purga, de reeducación forzada, o simplemente de persecución y matanza, de todos aquellos, que no piensan igual, no lucen igual, no viven con las mismas costumbres, o por cualquier razón no forman parte de su grupo/credo/raza o pensamiento.

A lo largo de la historia las matanzas y persecuciones nunca se han hecho declarando: “Somos malvados, por eso los perseguiremos y eliminaremos”, “Queremos tener el poder y eliminar adversarios”. NO, jamás ha sido de hecha forma pregonada la persecución, sino que siempre el discurso de los perseguidores ha sido, somos los dueños de la verdad, somos los moralmente superiores, ellos son inmorales, equivocados, paganos, inferiores, peligrosos, etc.

Persecuciones de cristianos, en sus orígenes, persecuciones de parte de cristianos a otros pueblos que fueron considerados paganos o herejes, persecuciones de parte de musulmanes de otros pueblos que fueron considerados infieles, persecuciones racistas en contra de pueblos con otro origen y cultura, persecuciones de grupos políticos llevados a cabo por regímenes de diversas ideologías; siempre han sido fundamentados en dicha supuesta superioridad moral. Tristemente famosas y recientes fueron las persecuciones de los nazis a judíos, gitanos y otros pueblos, de Turcos Otomanos a Armenios, del régimen estalinista a cualquiera que amenazara su superioridad moral, ya fuera en forma real o imaginaria, etc.

Muchas de las discriminaciones que motivaron las persecuciones del pasado, fueron basadas en el racismo, y se llevaron a cabo contra pueblos de otros orígenes, aspecto, cultura o religión, cuestiones patentes y fáciles de detectar, y de fundamentación aparentemente más sencilla, intentando siempre darle fundamentos biológicos. Cabe señalar que incluso el machismo se pretendía fundamentar con argumentos pseudo científicos de superioridad intelectual, e inclusive “moral” de los hombres sobre las mujeres.

Durante la mayor parte de nuestra historia, los regímenes han sido de índole monárquicos y absolutistas, donde las clases dominantes no sólo han acaparado el poder económico y político, sino también han ejercido el control moral y religioso para garantizar su prevalencia y el dominio de la gente. Así, es posible analizar cada etapa de nuestra larga historia, y podemos constatar que el poder siempre ha ido acompañado del supremacismo moral. Las clases dominadas, para cambiar su situación, debieron iniciar un proceso de legitimación moral, ocupar ese espacio definido por quienes se consideraban superiores por obra y gracia de Dios o de la cuna, reemplazando la religión por una moralidad laica, muy moldeable al uso de quien detenta el poder.

No obstante, en las últimas décadas, los avances de la ciencia y la dificultad para justificar biológica o científicamente la superioridad de un pueblo o raza sobre otro ha hecho que la fórmula renovada para discriminar ha sido la más insidiosa, perversa y difícil de desvirtuar de las declaraciones de superioridad, y esta es la “superioridad moral”.

El supremacista moral se considera legitimado por dicha superioridad moral, dicha intachabilidad, dicha supuesta pureza, la elevada luz que guía sus actos, el supuesto altruismo de sus intenciones, para imponer su ideología a los demás, para controlar sus vidas, sus sentimientos y sus ideas, logrando que lo políticamente correcto se entremezcle y valide como “moralmente correcto”, de este modo, su discurso, su exigencia de regulación del pensamiento ajeno, tiene mas fuerza que si solo lo basara en su pensamiento político, lo disfraza y enviste de esta superioridad elevada y santa.

Digo moral y no políticamente correcto, porque en realidad no estamos hablando del ámbito de la política, sino de la moral. Cuando desde el poder o los medios de comunicación públicos se dicta cómo debe uno comportarse sexualmente, verbalmente, gestualmente, emocionalmente, qué debe pensar sobre el sexo, las relaciones humanas, los inmigrantes, los musulmanes, los palestinos, los judíos, los pueblos originarios, los de derecha, los de izquierda, etc.

Entonces, ¡¡¡alerta!! entonces estamos ante una invasión de los neo supremacistas morales, sustituto de los nazis, los estalinistas, los torquemadas, los talibanes, los savonarolas y demás inquisidores a lo largo de la historia.

Cuando aparezca un discurso de supremacía moral, ¡despertemos!, pongámonos en estado de alerta. No debemos olvidar que dichos supremacistas morales, los históricos y los actuales, siempre han justificado su despotismo legislativo y mediático en la defensa de los débiles, pero nunca hay que olvidar la historia, y esta nos demuestra que siempre lo han hecho y lo seguirán haciendo para su provecho personal. 


Bernardita Espinoza, 

Ingeniero Civil Industrial Universidad de Chile

Magister en Derecho Universidad Católica

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