El comercio de obsidiana revela aspectos clave del Imperio Azteca

|

Un examen de cientos de artefactos de obsidiana en el Templo Mayor de Tenochtitlán ha arrojado nueva luz sobre las redes económicas, los rituales y la influencia política del Imperio Mexica (Azteca).



Arqueólogos de la Universidad de Tulane y el Proyecto Templo Mayor en México revelan cómo este mineral -un vidrio volcánico utilizado para herramientas y objetos ceremoniales, y una de las materias primas más importantes en la época precolombina- se trasladó a través de la antigua Mesoamérica y moldeó la vida en la capital azteca.



Publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, el estudio analizó 788 artefactos de obsidiana excavados en el Templo Mayor de Tenochtitlán, el templo principal y núcleo del Imperio Mexica, ubicado en lo que hoy es la Ciudad de México. La investigación representa el estudio de composición de obsidiana más grande jamás realizado en el sitio.



COMERCIO A LARGA DISTANCIA


Los arqueólogos descubrieron que, si bien los mexicas utilizaban principalmente obsidiana verde de la Sierra de Pachuca, también la adquirían de al menos otros siete lugares, incluyendo regiones más allá de sus fronteras políticas, como Ucareo, en el territorio purépecha del oeste de México. Los hallazgos sugieren una economía sofisticada que dependía no solo de la conquista, sino también del comercio activo a larga distancia, incluso con entidades políticas rivales.



"Aunque los mexicas preferían la obsidiana verde, la gran diversidad de tipos de obsidiana, principalmente en forma de artefactos no rituales, sugiere que las herramientas de obsidiana de múltiples orígenes llegaron a la capital del Imperio a través del mercado en lugar de adquirirse directamente en el afloramiento", afirmó el autor principal, Diego Matadamas-Gomora, candidato a doctorado en el Departamento de Antropología de Tulane.



"Al estudiar la procedencia de este material, podemos explorar el movimiento de mercancías a través de Mesoamérica".



El análisis mostró que casi el 90% de los artefactos de obsidiana de la muestra se elaboraron con obsidiana de la Sierra de Pachuca, apreciada por su color verde y su conexión simbólica con la mítica ciudad de Tollan.



Casi todos los artefactos ceremoniales encontrados dentro de las ofrendas enterradas en el Templo Mayor se elaboraron con este tipo de obsidiana, incluyendo armas en miniatura, joyería e incrustaciones para esculturas.



Una porción menor, pero significativa, de la obsidiana provino de lugares como Otumba, Tulancingo, Ucareo y El Paraíso, algunos de los cuales se encontraban fuera del control del Imperio Mexica. Estos materiales se usaban con mayor frecuencia para la producción de herramientas y se encontraban en el relleno de construcción, lo que indica que estos tipos de obsidiana estaban disponibles para la población en general a través de los mercados locales, en lugar de estar estrictamente controlados por el estado.



EVOLUCIÓN CON EL TIEMPO


El estudio también rastreó cómo el uso de la obsidiana evolucionó a lo largo del tiempo, desde las primeras fases de la ciudad alrededor de 1375 d. C. hasta su caída en 1520 d. C.



Durante las primeras fases del imperio, apareció una mayor diversidad en las fuentes de obsidiana, tanto en objetos rituales como cotidianos. Después de que los mexicas consolidaron su poder alrededor de 1430 d. C., la obsidiana para fines rituales pasó a provenir casi exclusivamente de la Sierra de Pachuca, lo que sugiere una creciente estandarización religiosa y un control centralizado.



"Este tipo de análisis compositivo nos permite rastrear cómo la expansión imperial, las alianzas políticas y las redes comerciales evolucionaron a lo largo del tiempo", afirmó Matadamas-Gomora.



La investigación fue posible gracias a la colaboración entre Tulane y el Proyecto Templo Mayor del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México. Los artefactos se analizaron mediante fluorescencia de rayos X portátil (pXRF), un método no destructivo que identifica la huella geoquímica de cada artefacto.



"Este trabajo no solo destaca el alcance y la complejidad del Imperio Mexica, sino que también demuestra cómo las ciencias arqueológicas pueden aprovecharse para estudiar objetos antiguos y lo que estos nos revelan sobre las prácticas culturales del pasado", afirmó Jason Nesbitt, coautor del estudio y profesor asociado del Departamento de Antropología de Tulane.




europapress