​El Chile que tenemos y el que necesitamos

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Diego Ancalao


Los actuales partidos, aunque con poco oxígeno, siguen respirando. Son apenas sobrevivientes de sus propios errores, y nos entregan un lamentable espectáculo. Como usted recordará, luego del desconcierto, magnitud y dimensiones del “estallido social”, varios representantes de la casta política buscaron “acomodarse” ante las nuevas circunstancias, y hoy todos hablan de los cambios con tal convicción que casi existe la tentación de creerles.

Sin embargo, sería mucho mejor para el país, que abrieran los ojos a la realidad patente: la gente ha optado por una política decente, donde ellos, salvo honrosas excepciones, no tienen cabida.

Por el contrario, la ciudadanía está decidiendo en favor de la gente común que satisface sus expectativas en probidad, sensibilidad social, trabajo por el bien común y la condición de no “marearse” con las posiciones que otorgan los espacios de poder.

La lógica de las elite político-económica chilena es un modelo agotado, como el Feudalismo fue al Renacimiento o la República a la Monarquía. Así como Leonardo Da Vinci, con su “hombre de Vitruvio”, hoy se requiere poner no solo a la persona sino a la naturaleza en el centro de la vida en comunidad, su bienestar como eje del desarrollo y la igualdad-equidad como valor esencial.

Todo ello, nos ha llevado a proponernos como una alternativa de folil mapuche e independiente en las próximas elecciones presidenciales, algo nada simple pero indispensable para el Buen Vivir (Küme Möngen). Que es un saber y un modo de habitar el mundo, que viene de nuestros ancestros y que se propone, muy lejos de las visiones ideológicas convencionales, establecer un nuevo proyecto civilizatorio, que se sostiene en el bienestar de las personas y de la naturaleza, de las relaciones sociales y también ecosistémicas.

El Kume Mongen que nosotros proponemos se caracteriza por el reconocimiento y respeto a la diversidad, el diálogo y búsqueda de acuerdos, una democracia deliberativa, la paz social permanente y la armonía con el medioambiente. Y los valores de la solidaridad, la fraternidad, la equidad, la convivencia comunitaria y un desarrollo humano sostenible con la Economía.

Estos principios básicos del Buen Vivir han sido afectados gravemente por la imposición de modelos de desarrollo basados en el egoísmo individualista, la competencia como elemento regulador del mercado, la acumulación ilimitada de la riqueza, la depredación de la naturaleza y el debilitamiento de los vínculos humanos más esenciales. Todo ello, nos ha llevado a la conformación de una sociedad desigual y desintegrada, constituida por una élite privilegiada y una gran masa de excluidos en condiciones de vida inaceptables.

Este modelo de desarrollo ha sido administrado por una elite política y económica endogámica, que ha terminado por consolidar una Democracia a su medida, olvidando el bienestar de la mayor parte del pueblo.

Debemos asegurar el derecho de cada ser humano, respecto a la soberanía sobre su cuerpo físico, espiritual, mental y emocional, respetando ese mismo derecho a toda la comunidad. El ser humano tiene derecho a vivir libre de opresión, indignidad, esclavitud, temor, discriminación y miseria, derecho a la libertad de expresión plena y al reconocimiento de su palabra, lengua, cosmovisión, preferencia filosófica, política, religiosa o económica, de acuerdo a su cultura, creencia o preferencia.

Soy prisionero de mi propia biografía, por lo que contemplo la experiencia de Chile desde el punto de vista de un hombre Mapuche, con una herencia mestiza e intercultural, que se nutrió desde la vivencia de la pobreza. Y consciente que muchos de mis antepasados fueron discriminados y violentados. No estamos aspirando a mucho, como algunos dicen, porque la hora de la justicia ya habita entre nosotros/as los/as excluidos.


Diego Ancalao

diegoankalao@gmail.com

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