La insuficiente presencia de la mujer en el poder, su baja posición como tomadora de decisiones, la desigualdad en su desarrollo económico y social, las remuneraciones disimiles con los hombres por un mismo trabajo y, lo que es peor, los continuos abusos físicos y sexuales a los que están expuestas, hacen que el objetivo de cerrar las brechas sea cada vez más apremiante.