Estas relaciones duelen porque dejamos de mirarnos como personas y empezamos a tratarnos como objetos de necesidades no resueltas. En lugar de encuentro, aparece la exigencia. En lugar de escucha, la defensa.
En muchos casos, el problema no es solo la deuda en sí, sino la falta de acuerdos previos sobre cómo manejarla. "Las relaciones de pareja funcionan desde los sentimientos, el bienestar y la emoción, pero ¿qué ocurre cuando tu pareja te pide prestado o solicita que tomes un crédito a su nombre? Aquí es donde debemos aplicar racionalidad.