Prevost asume su pontificado en un contexto de crisis bélicas de alto impacto: la invasión a Ucrania por parte de Rusia, la violencia persistente entre Israel y Palestina, las tensiones entre India y Pakistán, y otros focos de conflicto que amenazan la estabilidad mundial.
Prevost no es un extraño para América Latina. Fue misionero durante años en Perú, donde llegó a ser obispo de Chiclayo. No se refugió en los pasillos del poder ni en las paredes de las catedrales.