Antofagasta destaca como una como una de las regiones más productivas y competitivas del país y así lo respaldan cifras del INE, que posicionan a la zona como un pilar clave en la minería, el retail y la energía. Estas industrias, aunque diferentes, comparten una característica esencial: la necesidad de una conectividad robusta y constante para operar en cualquier momento, desde cualquier lugar.
Imaginemos la posibilidad de operar un camión minero estando a kilómetros de distancia, actualizar en tiempo real el inventario de una “tienda oscura” o monitorear con precisión y en detalle el estado de disponibilidad de la red eléctrica. Todas estas actividades dependen de una conectividad superior.
En conectividad, nuestro país siempre ha tenido que enfrentar contextos adversos, especialmente por la extensa geografía que incluye zonas muy aisladas. El reconocimiento de Internet como Bien de Uso Público viene a establecer una hoja de ruta, así como ciertos mínimos en materia de conectividad digital.
Ya es casi un hecho. Estamos a punto de lograr que Internet sea reconocido como un bien de uso público para todos los habitantes del país, similar a la telefonía en la actualidad. Solo falta que los acuerdos sean refrendados por la Cámara Baja.
El impacto de Internet en nuestras vidas es enorme y se extiende en muchos ámbitos, incluyendo la educación, los negocios, la política, la ciencia, la cultura y la sociedad en general. En Chile hay un significativo aumento en la conectividad y la digitalización, con más del 90% de la población nacional utilizando Internet.
Emergencias como el robo de cables, o los incendios de la zona centro y sur del país nos hacen meditar de qué forma los servicios críticos pueden garantizar su continuidad operativa y/o restablecer rápidamente el normal funcionamiento en temas tan sensibles como salud y seguridad, entre otras, ante cualquier eventualidad.