Construyamos comunidades educativas que cuiden y promuevan vínculos sanos. Aunque la violencia es un problema sistémico, podemos avanzar con acciones muy concretas como crear ambientes de aprendizaje en los patios escolares y fortalecer una cultura de recreo, desde el juego y la naturaleza, para propiciar el encuentro, la colaboración y la convivencia.
Si uno revisa los países que han logrado un alto reconocimiento social de sus maestros, como Finlandia, Singapur o Alemania, uno encuentra elementos comunes, como los niveles de autonomía en el aula, la inversión en formación continua, reconocimiento público, estabilidad laboral y focalización en las condiciones de enseñanza.