Desde la perspectiva de Bobadilla, enseñar a gestionar la rabia ayuda a los niños a desarrollar autorregulación, empatía y resolución de conflictos: “No se trata de evitar que se enojen, sino de enseñarles a identificar qué sienten, por qué lo sienten y cómo expresarlo de manera respetuosa y segura”.
Ser responsables al volante no solo depende de saber manejar. En las calles de nuestro país, donde el alto tráfico es parte de la rutina, el estado de nuestras emociones y la salud mental son aspectos vulnerables que todos debemos considerar antes de conducir.