Las Enfermedades Inflamatorias Intestinales (EII) no dan tregua: suelen aparecer en la adolescencia y acompañar a los pacientes durante gran parte de su vida. Ampliar el acceso a tratamientos ya no es solo una decisión sanitaria, sino un acto de empatía.
Estas enfermedades, que entre sus síntomas más comunes incluyen diarrea crónica, dolor abdominal, sangrado rectal y fatiga[2], pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes y en los sistemas de salud.