Esta desafía una tradición jurídica muy arraigada que es que nadie puede tener más de dos padres y, la más habitual aún, que solo es posible tener un padre y una madre. Esta práctica en la actualidad cede frente al derecho del niño a su identidad, a ser oído y a la autonomía progresiva.
La reciente entrada en vigor de la Ley 21.523, a la que comúnmente se le denomina Ley Antonia, que sanciona la inducción al suicidio y el suicidio femicida ha generado críticas tildándola de populista e ineficaz. Sin embargo, no podemos pasar por alto el avance que constituye para evitar la victimización secundaria que sufren las víctimas más vulnerables en el proceso penal.